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Letras en red: la palabra se estira para salvarnos

Letras en red

Las letras se estiran para salvarnos del agobio y las redes traman pequeños refugios de contención en los que las actividades íntimas y solitarias se expanden.

De ANÁLSIS

Como si estuviésemos sosteniéndonos en el tablón de Rose y Jack en Titanic, en estos tiempos de cuarentena nos agarramos fuerte para salir a flote. Empieza, entonces, a brotar nuestro costado más creativo. Nos aferramos a los espacios que consideramos un páramo. Vamos, como dice la canción “de la cama al living” y volvemos revolviendo lo ya revuelto. Entre esos estantes de la heladera, de la alacena y de la biblioteca están los de nuestra memoria y esa necesidad de repasar otras épocas. Ahí surge siempre la palabra y la escritura como vehículo, y suele instalarse en quienes le ofrecen cobijo.

En nuestra ciudad hay opciones virtuales de talleres de escritura creativa que están ofreciendo una modalidad que antes no había sido explorada: Nos/Otros en el texto vía whatsapp, Toda persona es une poeta en Skype y el taller de la Sade son algunos de los espacios que ampliaron su convocatoria para no cortar el hilo de sus talleristas. El poeta y escritor Santiago Llach lanzó una mega apertura gratuita a su legendario “Championnat” y esta vez, bajo el título “Mundial de escritura” que comienza este lunes 23 con más de tres mil inscriptos. Se trata de un torneo de escritores amateurs, que tienen, como condición esencial para mantenerse en el ranking, que escribir cada uno de los integrantes tres mil caracteres por día. Pero estas nuevas comunidades de lectores y escritores no se limitan a quienes agarren la pluma y el teclado, también desde editoriales y librerías independientes se han abierto portales para darle una llave nueva a los usuarios de Instagram o Facebook. En @jacaranda.librería una cuenta dedicada exclusivamente a la poesía contemporánea se propone el envío o etiquetado de lecturas de poemas. Ana editorial, el emprendimiento que lleva adelante Pablo Felizia, subió gratuitamente un libro digital de cuentos y poesías porque “estamos aislados, pero juntos”.

Las letras se estiran para salvarnos del agobio y las redes traman pequeños refugios de contención en los que las actividades íntimas y solitarias se expanden, abren sus brazos como los trazos de las primeras vocales en cursiva, como cuando la maestra nos decía que tenían manitos y que se sostenían entre todas.

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