
Anne Hidalgo, alcaldesa de París, nadó en el río Sena en la previa de los Juegos Olímpicos.
El río Sena es protagonista de dos de los más grandes desafíos que se planteó la organización de los Juegos Olímpicos París 2024. El primero, garantizar la seguridad en la histórica y atípica ceremonia inaugural, fue superado con éxito el pasado viernes y el segundo, todavía deber esperar: se canceló el triatlón masculino.
Hace un siglo que nadar en el agua de uno de los ríos más emblemáticos de Europa está prohibido y la apuesta para estos Juegos Olímpicos, justamente 100 años después del organizado por la capital francesa por última vez, es que sea el escenario del triatlón y la competencia de aguas abiertas. Un desafío arriesgado y con una condición imposible de controlar más allá de las obras realizadas: el clima.
Cuando el reloj de las tres de la mañana del miércoles en nuestro país, Romina Biagioli deberá iniciar la parte de natación (luego se completa la prueba con ciclismo y correr) desde el puente Alexander III y así formar parte de una competencia que quedará en la historia de los Juegos Olímpicos. Es que la prueba masculina se pasó para después de la masculina y así la cordobesa será de las primeras en bañarse, si se puede, en el Sena.
La previa ya venía mal. Los últimos dos entrenamientos que debían realizar los triatletas se tuvieron que suspender debido a que el agua no cumplía las condiciones necesarias para nadar, según el estudio que se realizó el domingo. “No ofrecen garantías, la prioridad es la salud de los atletas”, explicó el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de París (COJOP) junto a la Federación Internacional de Triatlón.
En la madrugada del martes en París se volvieron a realizar estudios y confirmaron que las condiciones no están dadas para que se pueda desarrollar la competencia. En caso de que este miércoles tampoco se puede nadar, se intentaría hacer el viernes.
Son momentos en los que el servicio meteorológico Météo France se lleva las miradas, que también van dirigidas al cielo. El clima pasa a ser el principal amigo de la organización para que la competencia no corra peligro y el pronóstico deja dudas: es que este martes las temperaturas alcanzarán los 34 grados, algo positivo, pero está previsto una tormenta eléctrica en el cierre de la jornada y el miércoles podría haber consecuencias.
La lluvia es el principal enemigo. Es que cuando aumenta el caudal en el Sena por las precipitaciones, las cloacas desbordan y se acaban vertiendo al río sin pasar por las depuradoras, lo que eleva el nivel de la contaminación por las bacterias fecales (la Escherichia coli y los enterococos).
El año pasado, el Test Event de Aguas Abiertas no se pudo realizar por la contaminación del agua y desde World Aquatics aseguraban que “está claro que hace falta más trabajo” de cara a los Juegos Olímpicos. En ese momento, la lluvia también había perjudicado. Encima, días antes, decenas de deportistas habían sufrido síntomas de gastroenteritis tras disputar en Sunderland, Reino Unido, una prueba de la Copa del Mundo de triatlón.
No es la primera vez que la calidad del agua se pone en duda en los Juegos Olímpicos: en Londres 2012, por ejemplo, el problema fue la temperatura del Serpentine, mientras que en Río 2016 también se especuló sobre la contaminación de la Laguna Rodrigo de Freitas.