In situ

Rasgos dramáticos del Gaucho en las Campañas de la República Perdida

Edición
681

Charles Parker

Ciudad Paisaje, martes 6.08 AM. Me desperté demasiado temprano, y me miré al espejo: no hay nada que me ponga más fascista que darme cuenta que todavía soy negro. No sé si fue la rabia o el instinto el que me llevó a pasar, esa madrugada, por el Palacio Municipal. En la puerta, delante de unas 15 o 20 personas encadenadas, el presbítero Grella repetía el milagro de multiplicar los panes trabajar y los peces muertos. Nunca había visto en persona a una celebridad popular, y menos a esa hora, así que me acerqué, me encadené y me puse en la cola. Cuando llegué a su lado me miró profundamente, vio el color de mi piel y me dijo: “Andá al segundo piso y hablá con fulano, que vamos a resolver tu problema”. Ahora, gracias a la gestión municipal, tengo trabajo: cuando la peatonal esté llena de turistas, tengo que robar la cartera de cualquiera, y salir corriendo. En ese momento aparece Grella como quien no quiere la cosa y me dice: “Entrégate, hijo mío, Ciudad Paisaje volvió a la vida”. Entonces me arrodillo, me pongo a llorar, le doy las gracias y paso a cobrar a fin de mes.

Ciudad Paisaje, martes 10 AM. Muy arriba, en calle Buenos Aires, el sol iluminaba los edificios. Abajo todo era muy oscuro: el monóxido de carbono y la gente. Quise pasar a dos ancianos que no tenían posibilidades de sobrevivir a esa cuadra cuando una delegación de salvajes federales me obligó a detener el paso. Entonces miré la pared. Pensé que se trataba un efecto secundario del gas de los coches, un hongo en la yerba, una fuga de vertebrados del museo de ciencias naturales. Estaban todos a mi altura, desde los carteles, ofreciéndome un destino. No faltaba nadie. El monarca chino Jorge Peter, Blanca Cota, Sergio Marisco; Gabi, Fofó y Miliki; Héctor Malta, Isabel Martínez y la mona Chita. No hay que ser muy vivo para darse cuenta que algo huele mal en Ciudad Paisaje, y no sólo a causa del aumento de los casos de lepra. Estamos en campaña. Se aproximan días maravillosos, pero a mí los choripanes me producen erupciones, y me pone de mal humor que me traten de idiota. Si esto es política, como diría un filósofo alemán, la boleta que mejor ilumina es la que arde.

Ahora sí. Como usted recordará, ya que Ámbito Estanciero se encarga de mencionarlo todo el tiempo, el ministro de Gobierno declaró hace unos meses que el diputado Mainez era “un discapacitado mental para ocupar una banca”. Por suerte, el Gobierno ahora impulsa una reforma de la Constitución que permitirá a las personas con capacidades diferentes ocupar funciones públicas. Cero discriminación, dicen los carteles. Ahora sí, entonces, justicia y larga vida para Mainez. Los funcionarios deberán discriminar y perseguir a escondidas.

Vamos por más. ¿Le parece que los pobres merecen la silla eléctrica? Póngalo en la Constitución. ¿Matrimonio gay por iglesia? Póngalo en la Constitución. ¿Le parece que los perros callejeros deberían ser más cuidadosos con las bolsas de basura? Póngalo en la constitución. ¿Basta de auto-atentados a los gobernantes? Póngalo en la Constitución. ¿Aborto libre y gratuito para todos? Póngalo en la Constitución. ¿Cree que Fidel Castro debería ser más respetuoso de los Derechos Humanos? Póngalo en la Constitución. ¿Despenalización de las drogas? Póngalo en la Constitución. ¿Expulsión de todos los chinos de Argentina? Póngalo en la Constitución. El Sí hace milagros. Sí, Sí, basta de insulto público a la inteligencia. ¿Está de acuerdo? Póngalo en la Constitución.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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