“¿Cuántos hombres tuve? Tuve más de uno, pero menos de 100”

Claudia Martínez
Actriz, escritora, polémica, no tiene empacho en posar medio desnuda. Ni tampoco en sacarse fotos al lado de esculturales cuerpos masculinos. Estela Berduc, la mujer de ilustre apellido, dijo alguna vez que “en esta ciudad hay que sacar patente de loca para pasarla bien”; y en una charla distendida y abierta con ANALISIS se animó a hablar de todo: de gobernantes, de poder, de sexo, de los curas y de sus incontables amores.
Cumplió 69 años el 6 de noviembre. Escorpiana a muerte, según se autodefine, recibe a esta cronista envuelta en una bata de seda, con los ojos hinchados. Eran las 18.30. “Menos mal que me llamaste, estaba durmiendo”, decía mientras se desparramaba en un sillón en su departamento del primer piso de calle San Martín.
La decoración del lugar distaba de lo modernoso de la peatonal paranaense. Estela Berduc se despacha a piacere con lo que más le gusta: la polémica.
“Estoy por hacer cosas nuevas con Martín Toyé. Yo me saqué una foto con un pendejo desnudo abrazándome la pierna y yo vestida de monja. Se me ocurrió ponerme Sor Lirio, porque me sonó angelical. Ahora vamos a hacer un cómics, que la llamaremos Los delirios de Sor Lirio, empezamos a trabajar ayer”, larga con su inconfundible voz gruesa.
-Cada vez que hablás levantás polvareda, cada vez que hablás de tus hombres, ni hablar. En definitiva, ¿cuántos hombres pasaron por tu vida?
-Más de uno y menos de 100.
-¿En cuántas noches?
-Nooo..., en años. Me casé tres veces. Tengo tres hijos: Marie Constance, Betania y Teuco.
-¿Pero cuál fue el amor de tu vida?
-Hubo dos. Un secretario de Frondizi, Adolfo Jiménez Rébora, brillante, maravilloso, sobre el que estoy escribiendo una novela.
-¿El otro..., o no puede nombrarlo?
-Claro que sí… Algunos no han sido fascinantes. El padre de Betania y Teuco. Era anarquista, murió hace poco, con quien guardaba una excelente relación. Era el contacto con los países anarquistas en el Medio Oriente, lugarteniente de Camilo Cienfuegos en Cuba.
-A la flauta…
-Ah no..., gerente de banco nunca (risas).
-¿Dónde ponías el ojo ponías la bala?
-Siempre. Siempre que me gustó alguien, esa persona gustó de mí. El último marido que tuve era un tipo excelente. Fue torturado en el proceso. Me encontré con él después de 30 años y me casé con él, en el sur, y murió cuando yo estaba acá. Un tipo importante en Cuba, discípulo de John Cook.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)