Vidas en palabras

S. M.
Como tantos ejemplos lo prueban, la literatura y la vida misma están hermanadas más de lo que aparentan. Sucede que muchas veces, esta realidad cotidiana se ve privada de estos mundos de ficción. En un intento de acercar a la existencia diaria las posibilidades de la imaginación, hace tres años nació “Manos a las letras”, un taller destinado a jóvenes, con el fin de que se acerquen a la lectura y la escritura. El proyecto, impulsado por Paola Barzola y Gladis Martínez, comenzó a funcionar con concurrentes a la Casa del Joven, una institución que depende del Consejo del Menor de la provincia. Ya este año, con la idea de ampliar la experiencia, se trasladó a la Casa de la Cultura, finalizando este período con el anuncio de una pronta publicación que reunirá trabajos de los talleristas, así como los cuentos y dibujos ganadores del concurso que se ha organizado desde este espacio.
De acuerdo a lo informado, los objetivos planteados fueron que, “a través de la lectura de diversas obras literarias, se contribuya a ampliar el universo simbólico de los jóvenes”, del mismo modo que propiciar y sostener en los asistentes “el proceso creativo de escritura, aportando algunas herramientas facilitadoras”.
En diálogo con ANALISIS, Martínez explicó que el propósito se fundó en “ofrecer un espacio para escribir, pero pensándolo no solamente como un taller de literatura, sino la escritura unida con algo del mundo de la vida. Son muchos los chicos a los que les gusta escribir, acá en la Casa del Joven siempre traen sus escritos, sus poesías, cartas, y nos pareció un buen lugar para ofrecer este taller. Después decidimos que iba a ser en la Casa de la Cultura, por el hecho de que en un principio había sido en la Casa del Joven y nos quedaba como muy acotado a las derivaciones de salud mental, porque Casa del Joven es una institución que depende de Salud Mental y el Consejo del Menor. Teníamos ganas de que se pudieran incorporar los chicos que vienen derivados desde distintos lugares al Consejo del Menor con chicos de la comunidad. Porque si no, se nos estaba haciendo un grupo de segregados, de chicos que tenían problemas y, entonces, por eso escribían. Y nosotros no lo estábamos relacionando con la enfermedad, no era esa nuestra oferta”, aclaró.
Por su parte, Barzola agregó que entre sus metas no pensaron el taller como “un dispositivo a los efectos de tener alguna consecuencias terapéutica entre los que asistieran. La idea era abrir un espacio para quienes tuvieran inquietudes con la lectura y escritura y ver qué pasaba allí. Pero la mayoría de la oferta era vinculada con los rasgos patológicos de quienes se acercaban a Casa del Joven, y la idea era ver otra cosa, que pudieran recrearse a partir de ese espacio. No intentamos escritores, sino gente que pueda trabajar con algunas herramientas en un espacio de trabajo y de placer”. Y si bien éste era el horizonte, Martínez completó que hay algunos participantes que despuntan para ser cuentistas, poetas o novelistas, en una lógica donde el mismo trabajo deriva en un perfeccionamiento de las formas.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)