Peleando una nueva batalla

Noralí Moreyra
Sabido es que en los tiempos que corren la desocupación constituye uno de los males más representativos de las sociedades actuales. Mientras las engañosas cifras hablan de “disminuciones” o “avances” en el combate contra este “flagelo”, lo cierto es que el número real de hombres y mujeres detrás de los fríos guarismos resulta alarmante. En medio de ese contexto, organizaciones paranaenses como Crisol intentan dar una respuesta a las incontables necesidades laborales.
Se trata de una asociación civil que desde el 14 de junio de 2006 lleva el nombre de Crisol C. P. Jorge Carlos Baiud Héroe de Malvinas, en homenaje al cabo principal suboficial segundo paranaense que perdió la vida en el hundimiento del Crucero General Belgrano el 2 de mayo de 1982 y de cuya muerte se cumplieron 25 años el pasado miércoles. Esta organización ofrece una multiplicidad de cursos y talleres que pretenden brindar una salida laboral a personas desocupadas interesadas en ampliar sus horizontes, encontrar un grupo de sostén o revalorizar sus capacidades. No existen requisitos de edad para ingresar, aunque para algunos cursos hay que ser mayor de 18 años y en muchos de ellos se exige una módica colaboración para cubrir los honorarios de los capacitadores.
“Para nosotros la palabra Crisol representa la unión de capacidades, saberes y servicios en un espacio compartido con la participación de distintos integrantes de la sociedad”, arranca comentando Beatriz Robín, la presidenta de esta institución domiciliada en 25 de Junio 295 de Paraná. Con una envidiable energía, esta mujer de baja estatura coordina las actividades que se desarrollan en la antigua y luminosa casona céntrica que funciona como sede del emprendimiento ubicado frente a su casa. “El alquiler de este local es uno de nuestros mayores impedimentos y atravesamos un terrible problema por eso”, señala con tono preocupado, dejando entrever uno de los más grandes obstáculos de instituciones del tipo: la falta de un local propio donde desarrollar talleres.
Mediante un recorrido por el lugar podemos ver que en el pasillo de la entrada de Crisol hay un panel de “Oferta laboral” que una vez al mes se actualiza con los datos de los asistentes que prestan servicios a manera de clasificados. Enfrente, desde un lustroso cuadro de Jorge Carlos Baiud, el héroe paranaense de Malvinas a quien Crisol homenajea día a día con sus tareas, parece mirarnos con sus cejas negras y enjutas. Lo rodean poemas contra la guerra, fotos de sus familiares inaugurando Crisol, recortes de diarios y frases que cuestionan desde la instalación de las plantas de celulosa en Fray Bentos hasta el maltrato de animales domésticos.
Esas paredes que parecen hablar dan la primera impresión de la multiplicidad de aspectos y cuestiones que se abordan desde la institución.
El lugar también funciona como centro de exposición y sobre las mesas petisas y delicadamente decoradas pueden verse diferentes trabajos realizados por los alumnos, que van desde piezas de talabartería, ropa para bebés y productos de lencería, hasta carteras, bordados con cintas y prendas tejidas.
En la cocina hay una pequeña biblioteca formada con donaciones de libros y también algunas pilas de ropa de invierno que las mujeres de la institución recompusieron para las personas afectadas por las últimas inundaciones en la capital entrerriana.
“Hay mucha gente que, por ejemplo, no sabe cómo se arma un emprendimiento y necesita asesoramiento. Nosotros tratamos de organizarlos y enseñarles qué pasos seguir”, comenta Griselda, que dicta un taller de tejido. “No hay edad para emprender, cualquier persona puede hacerlo, sólo tenés que animarte”, apunta.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)