Fragmentos de una vida

F. P.
Nuevas funciones de Extrangueros, diario de un inmigrante se realizarán hoy y mañana, a las 21, en el Museo y Mercado de Artesanías (Urquiza 1.239), un espacio no habitual para las artes escénicas. Sin embargo, Teatro del Bardo, el grupo local que la presenta, lo encontró propicio para estrenar -la semana pasada- “una historia de inmigrantes y exiliados, de locura y extranjería”. Así lo explicó la directora, Valeria Folini: “Es para pocos porque no da para más el lugar y además no es una puesta frontal sino que usamos varios espacios. Y la gente tiene que ver desde donde está sentada; esto hace que la sala tenga capacidad solamente para 25 personas. Pero está bueno también porque nos permite trabajar con un teatro de cámara con el que habitualmente no experimentamos; siempre trabajamos para mucha gente”.
Con las actuaciones de Juan Kohner y Andrés Maín, el proyecto comenzó hace cinco años en la cabeza del primero, pues el espectáculo está inspirado en un diario que escribió su abuelo en una de sus últimas internaciones psiquiátricas. “Cuando hicimos el Laboratorio (del Puro Errar) empezamos a considerar poner algunos textos de ese diario en escena, pero presentamos otros espectáculos y nos fue quedando en el desván. El año pasado, Juan fue becado para un seminario de danza teatro en Viedma, con el director (Hugo) Aristimuño, donde iba una vez por mes a tomar clases. Luego hicieron un espectáculo; Juan retomó la idea y me propuso que fuera una puesta de teatro danza”, contó la directora, haciendo referencia a Salitre, una danza migratoria, realizada por la Compañía Nacional de TeatroDanza “El Salitre” que Kohner integró junto a bailarines y actores de otros puntos del país. “Después lo sumamos a Andrés para hacer la percusión pero al final devino totalmente en otra cosa, no es un espectáculo de teatro-danza. Andrés ahora actúa, canta, toca otros instrumentos además de la percusión, incluso algunos no convencionales. Y no sabemos bien si es teatro, teatro-danza o música-teatro, es una mixtura de varios lenguajes”.
En la puesta de 55 minutos de duración, se intenta trabajar el tema de la extranjería, “no solamente desde la inmigración, que es el eje de la obra, sino también desde las distintas formas de ser extranjeros, inclusive en el mismo lugar en el que uno nació”, aseguró Folini. “El título nos pareció una deformación de la palabra “extranjero” dicha por alguien que habla otro idioma”, contó, refiriendo además que se trata de abordar la extranjería en general a partir de un caso muy particular, la historia del abuelo de Kohner. “No es la historia biográfica. Son algunos eventos de la historia personal y a partir de ahí tomamos ideas para trabajar otras cosas”, explicó Folini. “Nos parece que cuando se habla de la inmigración europea en Argentina se cuenta siempre la campana de los inmigrantes, el sacrificio, de dónde venían, cómo les costó adaptarse a otro medio y todo lo que sufrieron. Pero nunca se habla de los criollos y qué pasaba con los que estaban acá, que con el correr de los años fueron desplazados, inclusive socio-económicamente por los inmigrantes. Y fueron y son sus sirvientes, sobre todo en las colonias y en el campo”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)