NN (no number)

Federico Malvasio
La búsqueda de estadísticas sobre menores de edad que se fueron de sus hogares es un tema que parece no haber estado en la agenda de los gobiernos provinciales. Cuando se piden datos sobre los casos se alude a organismos nacionales. En Tribunales hacen una fuerte crítica al sistema judicial y a las falencias para conocer en concreto cuáles son los problemas de raíz.
Las estadísticas, entre otras cosas, suelen ser una de las herramientas por excelencia para poner en marcha políticas de prevención en el rubro que fuere. Los números marcan tendencias y perspectivas que pueden ser claves para dilucidar el problema y emprender la búsqueda de la solución. Es a raíz de las estadísticas que, en rigor, se da conocimiento a un problema. ¿Cuántos son los menores de edad que se fugaron de sus hogares en Entre Ríos? El número no está, pero la respuesta no se hace esperar: “No hay nada, y la verdad es muy preocupante”.
Un informe periodístico para determinar cuántos son los chicos desaparecidos en la provincia carecería de un elemento fundamental: los números. De ahí en adelante, todo lo que viene son cuestionamientos e interrogantes.
La raíz
La desaparición de menores de edad de sus hogares es un problema que la sociedad en general suele reducir a secuestros. Desde la Justicia se desesperan por aclarar que un joven se puede ir de su hogar por mil motivos, pero es el secuestro el que sólo sale en la televisión y en los diarios. La solución depende de un sin fin de factores que no dependen de las autoridades competentes. “El sistema supone que un chico cuando nace pertenece a una familia, la cual se encarga de contenerlo, alimentarlo y darle su crianza”. De ese concepto parte el defensor general de Menores del Superior Tribunal de Justicia, Arsenio Mendoza, para dar cuenta de las formas de proceder del Estado frente a diferentes realidades respecto a jóvenes que deciden irse de sus casas. “Hay una serie de motivos que llevan al chico a que se vaya de la casa y tiene que ver con el incumplimiento de los roles de los padres como la contención y la falta de un marco afectivo imprescindible. Las huidas también están ligadas a que las personas que conviven con el chico no se constituyen en referentes modelo”. Mendoza da ese puntapié para afirmar que cuando el sistema no funciona se presentan “los motivos causales de expulsión” que van a variar o depender en general de la magnitud del caso, de la personalidad del chico o de las posibilidades que el menor tenga, por citar algunos aspectos.
Para el funcionario judicial, en la mayoría de los casos se trata de jóvenes que tienen una cierta personalidad que les permite “ver afuera una nueva organización que los contenga o ayude”. En el caso de los varones, muchas veces suelen transcurrir el camino de los estupefacientes o la delincuencia. Las mujeres, el de la prostitución. No obstante, “es muy difícil encontrar temas que rápidamente se consideren trata de blanca”, aclara. Las mujeres que en su casa son maltratadas suelen encontrar afuera “una especie de novio” que “las conduce y les marca el rumbo”.
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