El paranaense Matías Russo logró su primera victoria en la FIA GT2

Un cierre de temporada redondo

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Álvaro Moreyra

El fin de semana el Autódromo Potrero de los Funes, de San Luis, le mostró todo su esplendor al mundo entero. Es que además de disputarse la anteúltima carrera del Turismo Competición 2000, se realizó paralelamente la última presentación del año de la categoría, mundialmente conocida como FIA GT. A la pista del trazado puntano saltaron la mayor y la menor del Gran Turismo Internacional y en la GT2 hubo presencia paranaense, la de Matías Russo.

Sí, esa joven promesa del automovilismo argentino que a principios de la temporada 2008 estuvo a punto de largar la actividad porque los números no le cerraban para correr en el TC Pista (la categoría telonera del popular Turismo Carretera) y que por esas cosas del destino recibió un verdadero regalo del cielo y del otro lado de su celular escuchó a los directivos del Pecom Racing -el equipo de la familia Pérez Companc- que lo invitaban a formar parte del proyecto del equipo argentino en el Campeonato Mundial de FIA GT y nada más y nada menos que a bordo de una Ferrari F430 de la clase GT2, en compañía de Luis Pérez Companc.

La suerte no podía darle un guiño más increíble y el 20 de abril se subió a uno de los modelos más lindos que creó la escudería del Cabalino Rampante y comenzó de esa manera su sueño europeo parte dos, porque se trató de su vuelta al viejo continente, luego de que en 2005 tuviera un breve paso por la Fórmula 3000, categoría que catapulta a varios pilotos nada más y nada menos que a la Fórmula 1.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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