El pacto Menem-Kirchner

Definir al Estado argentino como inquisitorial, denunciar un pacto secreto entre Carlos Menem y Néstor Kirchner para ocultar supuestas fortunas en Suiza y destapar el sistema triangular de pago de sobornos de multinacionales son los propósitos del libro El Pacto Menem-Kirchner. La matriz de corrupción que reúne en Suiza los destinos de los ex presidentes, del periodista Juan Gasparini, que se presentará en breve en el país. El texto dibuja la ruta del dinero atravesando cuentas, sociedades, oficinas y bancos, conectando empresarios y aventureros en la Argentina, Uruguay, Holanda, Francia, Suiza y Estados Unidos y aborda también el desproporcionado poder de la SIDE.
Historia de la coima radioeléctrica, los 25 millones de dólares que el grupo francés Thales le pagó al clan Menem contada por el broker francés Lionel Queudot, que triangulara el soborno desde Ginebra. El paradigma de las comisiones ocultas investigadas en Suiza, con las que Siemens y Alstom retribuyeran presuntamente los contratos por los DNI, obras de electroingeniería, adquisición de centrales térmicas y el tren bala. La pista de los 520 millones de dólares de los fondos de Santa Cruz depositados en Zurich, de los que sólo volvieron al país 390 millones de dólares.
El 30 de abril de 2004 en Suiza, el protagonista del libro viaja en el asiento trasero de un Volvo metalizado con placa diplomática. Es el coche del embajador argentino en Berna, Guillermo González, que ha enviado a su chofer a Ginebra para buscar a un pasajero desconocido. Se trata de Lionel Queudot, titular de una fiduciaria que viene de quebrar en esa ciudad helvética, estigmatizada por las secuelas de la corrupción en África. El hombre tiene 53 años. Lleva consigo una cartera para guardar papeles. Distrayéndose con el paisaje desarbolado que transcurre a la vera de la autopista, evoca sus discretas reuniones con funcionarios gubernamentales, conducidos por el entonces ministro de Justicia, Gustavo Béliz. Esas gestiones confidenciales lo terminaron de convencer para concretar un gesto espectacular: firmar un testimonio consular espontáneo en sede territorial argentina en Suiza, revelando su intervención para pagarle 25 millones de dólares al entorno del otrora Presidente Carlos Menem. Fue la contrapartida por la concesión del espacio radioeléctrico nacional a la compañía Thales, líder en la electrónica militar y de seguridad en Francia, uno de los más poderosos del mundo.
Los documentos de las confesiones de Queudot y el contrato de fantasía con el que lo mandara Thales para delinquir, se reproducen exclusivamente en este portal. La crónica del libro le sigue las huellas a este comisionista financiero, ejemplo de los temerarios brokers, intermediarios fiduciarios habituales en el paisaje bancario helvético. Son agentes multiuso que constituyen sociedades instrumentales para ofrecer servicios parabancarios, gestores que actúan en las sombras y enmascaran transacciones encubiertas de sus clientes. Realizan operaciones en nombre de terceros por las que cobran faraónicos honorarios, al igual de lo que se viene conociendo sobre Alstom y Siemens. La declaración de Queudot por las coimas de Thales, punto de partida del libro, resumió a las autoridades argentinas cómo se organiza y circula un soborno internacional. El relato dibuja la ruta del dinero, atravesando cuentas, sociedades, oficinas y bancos, conectando empresarios y aventureros en la Argentina, Uruguay, Holanda, Francia, Suiza y los Estados Unidos.
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