Los resultados de una escuela que todos los años aborda la literatura con escritores locales

La maravillosa aventura de escribir

Edición
841

Claudio Cañete

El escritor Julio Federik compartió una mañana con chicos de dos cursos que este año trabajan sus poesías. Invitado por la Escuela Privada N º 8 Manuel Alberti, de las Hermanas Franciscanas de Gante, perteneciente al complejo Instituto Cristo Redentor, el reconocido abogado abandonó por un instante esa figura para entregarse a su otra pasión, la de escribir y compartir los resultados de su pluma. La cita se concretó como una actividad del Área Lengua y Literatura de 6º Grado. Entrevistado por los alumnos, el autor de Mi lugar explicó algunos interesantes conceptos. Habló de los estilos, las formas, la diferencia entre poema y poesía, el oficio de escribir y de publicar, entre otros aspectos.

Cuando Julio Federik ingresó a uno de los salones de la escuela, no ingresó el prestigioso abogado de casos resonantes en la opinión pública. Ingresó el poeta de los sonetos, las coplas y los versos libres. Puntual, predispuesto y con una amplia sonrisa, recibió los aplausos de los alumnos, los docentes y algunos padres que se hicieron presentes. Dos cursos de chicos de sexto grado lo aguardaban impacientes y nerviosos porque sentían que tenían que dar cuenta ante el invitado que conocían de él, que se habían informado debidamente acerca de su persona previamente para concretar este encuentro en una mañana de lunes, bien temprano. Se preguntaban todo el tiempo si le gustarían los regalos que le habían preparado.

Tres niñas lo recibieron con el poema de su propia autoría Coplas del Parque que se hizo mar, musicalizado con una guitarra. El hombre, acostumbrado a los discursos de rigor de los ámbitos tribunalicios, no ocultó su emoción y las escuchó atentamente para darles un beso una vez terminada la pieza poética.

Ése fue el comienzo de un momento compartido a plena literatura entrerriana. Un intercambio donde todos aprendieron. No quiso que lo llamen doctor, pidió que lo llamaran profesor. Sin solemnidades, pero con un tono propio de la docencia, Federik se dispuso a contestar las preguntas que los chicos habían preparado. El cuestionario por ellos elaborado fue de un sorprendente nivel, ya que condujo al escritor a verter conceptos puntuales e importantes, que a más de un lector desprevenido resultan esclarecedores.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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