Entre trompadas y denuncias

Hugo Remedi
La violencia social viene creciendo geométricamente en nuestra provincia. En 2007, es decir, hace escasos dos años, se denunciaron 1.373 casos de maltrato, lo que arrojó un promedio de 191 casos por mes; en tanto, en lo que va del 2009 la media mensual subió a 529 casos. Algunos compenetrados en esta problemática aseguran que no hay muchos más casos de violencia que los que existían tiempo atrás, sino que ahora se denuncian. Sin embargo, nadie puede negar que la agresividad va en aumento, y para ello sólo basta ver lo que pasa a diario. Maltrato y abuso físico son los rubros que sobresalen en los registros provinciales. La mayor incidencia continúa siendo sobre las mujeres, con derivaciones en los chicos y ahora, como novedad, se han incorporado los hechos agresivos contra los viejos. La falta de recursos agudiza el problema pese al esfuerzo de quienes trabajan en esta problemática y las fallas en el sistema de contención, como es el caso de la toma de las denuncias por parte la Policía, lo agrava. Las mujeres más golpeadas son las que tienen entre 30 y 40 años y en menor medida entre 40 y 50.
Una de cada tres mujeres ha sido objeto de violencia en algún momento de su vida, respondiendo básicamente a mandatos culturales impuestos por la sociedad donde se desarrolla. Vaya paradoja, “donde se desarrolla”.
La cifra es alarmante y poco revelada. Sin embargo, los datos conocidos muestran un crecimiento geométrico sostenido de la violencia que –para empeorar- no tiene techo.
En el paradigma de la violencia social y familiar siempre ha sido la mujer figura casi excluyente de la agresividad del otro género. A lo que hay que sumarle como agravante indivisible que en el escenario de violencia familiar, el conflicto se traslada indefectiblemente a los chicos, ya sea como víctimas de la golpiza o acaso simplemente como testigos, con todo lo que ello implica.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)