La UCR tras sus comicios internos

Los resultados y los relatos

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913

Antonio Tardelli

Se opina como si nada hubiera ocurrido, como si los cómputos no definieran un nuevo escenario. Aprendices de kirchneristas, algunos dirigentes de la UCR trazan una grosera división entre realidad y relato. Tras los comicios del 31 de octubre, la disputa por la interpretación ha estado a la orden del día y cada quien le hizo decir a los votos lo que pretendía que dijeran. A veces, con razonabilidad; a veces, de manera caprichosa. No obstante, de a ratos la política es infinitamente más sencilla.

Carlos Perette, que llegó a la Vicepresidencia de la Nación desde un liderazgo tradicional que en Entre Ríos sofocaba intentos renovadores, solía poner fin a las discusiones con una expresión lapidaria. Desafiaba: “Un voto más”. Lo que el dirigente radical sugería era que si sus adversarios querían imprimirle a la UCR un rumbo distinto, si procuraban encaminar el partido en otra dirección, era indispensable un requisito previo: ganarle las internas. Si preferían otra cosa, debían doblegarlo en las elecciones. Tenían que conseguir –ése era el sentido de la expresión, mezcla de reto y chicana– “un voto más”. Es cierto que ese sufragio adicional, el que hace la diferencia, es pasible de ser discutido hasta el hartazgo. Puede ser obtenido mediante procedimientos legítimos o mediante prácticas viciadas. Pero eso no quita que en la expresión de Perette, aunque caudillesca y sobradora, se cifre todo el misterio de la democracia.

Que ahora le reprochen a Atilio Benedetti su supuesta falta de generosidad para conformar un Comité Provincial de unidad no invalida que la ausencia de lucha interna supuso un sustancial espaldarazo para el virtual candidato a gobernador. La apertura es un valor importante en política pero la competencia política no es un campeonato de altruismo sino de poder. Suponer que su postulación se debilita porque el proceso interno dejó heridos es forzar las cosas de un modo ilógico. La postura del legislador nacional es hoy más sólida que hace un mes. Enfrenta, sí, problemas nuevos, propios de la etapa. De hecho, hay dirigentes importantes que han quedado al margen de la conducción. Pero eso no significa que la UCR está fisurada. Para instalar seriamente la idea de que la UCR de Entre Ríos está dividida, los adversarios de Benedetti (Arturo Vera, Ricardo Troncoso, Hugo Lesca y Luis Kirpach, entre otros) debieron haber presentado una lista que compitiera con la del hoy flamante presidente del Comité Provincial, José Artusi. No pudieron hacerlo y eso no es, justamente, un indicio de la fortaleza que, según sus críticos, Benedetti despreció. Sus enemigos pueden legítimamente quejarse por los espacios que, según enfatizan, se les han retaceado, pero no están en condiciones de hacerlo desde una hipotética solidez que brilló por su ausencia en el único terreno que define las cosas acabadamente, que es de las urnas. Es una distorsión de la política actual intentar construir con intervenciones mediáticas un capital superior o equivalente al que se debe recoger en los procesos electorales.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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