Aquellos recuerdos que tienen un no sé qué…

Claudio Cañete
Durante el año 2000 y 2001, el país se estaba resquebrajando, la crisis política, institucional y económica sacudió a la sociedad argentina hasta el último rincón. Esos fueron los tiempos en que 30 artículos, todos los lunes, bajo el título de Relicario, se publicaban en el matutino El Diario. Se trataba de un recuadro cálido en días tristes de bonos federales, arbolitos en la Peatonal, cacerolazos, presidentes fugaces, muertes inocentes (en Paraná hubo tres en aquel diciembre de 2001), impotencia, desilusión. Cada entrega, con vivos amarillos y alguna foto en sepia o colores pastel, se destacaba del blanco y negro cotidiano del entonces tamaño sábana de la publicación de la familia Etchevehere. Estéticamente, era la esencia de su nombre, una pequeña y lujosa pieza que atesoraba todas las semanas un recuerdo.
El próximo jueves 15, cuando Jorge Riani se suba al panel para presentar su segundo libro, acompañado de su familia, amigos y toda la gran cosecha de afectos que bien ganada tiene, el ámbito del Centro Cultural La Hendija -espacio de resistencia si los hay- completará la esencia que duerme en cada uno de esos relatos ahora editados en un solo volumen.
Riani, un apasionado por la historia de Paraná, se propuso en 2000 y 2001 este proyecto de 30 capítulos, en donde desplegó una descomunal investigación periodística bajo el sello de la historiografía. Consiguió testimonios directos, fotos inéditas, publicaciones perdidas, archivos olvidados, con el afán de rescatar crónicas que no habían entrado en los libros de los historiadores, ni tampoco hasta entonces en las páginas más atrevidas de suplementos culturales. De esta manera, no sólo cumplió el desafío de sacudir los relatos canónicos e inamovibles que impone la tradición, sino que dejó un fiel testimonio de aquel espíritu de época, de aquel crack económico del 2001.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del 8 de Noviembre de 2012)