Bordet deberá asumir el mando en la provincia incendiada que deja Urribarri

Fin de relato

Edición
1033

Jorge Riani

La provincia está fundida. Lo sentencian los números y lo admiten las palabras. ¿Qué números? ¿Qué palabras? Los números de la contabilidad pública y las propias palabras del oficialismo en las consideraciones que hace al presentar el proyecto de Presupuesto de la Provincia para 2016.

El gobernador electo Gustavo Bordet recibe una provincia incendiada de manos de su promotor, el saliente Sergio Urribarri. En un horizonte negro, la única ventaja que puede hallarse es que Bordet no es Urribarri. Pero con eso no alcanza ni siquiera para poner remiendos a la situación de bancarrota en la que el actual mandatario deja las cuentas públicas.

Urribarri inauguró con su llegada al principal despacho de la Casa Gris el sistema de déficit fiscal. Ya en el primer año de gestión cerró el balance con números rojos o negativos: es decir con menos que cero. Aprovechó las buenas relaciones con la Presidenta Cristina Kirchner para conseguir dinero, pero siempre gastó más de lo conseguido.

Gastó dinero con una discrecionalidad que haría ruborizar a la Casa de Borbón en España. Se enmarcó en una quimera de trascendencia política que le salió mal y que ahora deberán pagar todos los entrerrianos nacidos y por nacer en los próximos años. En lo personal, no le fue tan mal. El gobernador tiene un patrimonio insondable sobre el que nadie, con poder real, se anima a preguntar.

(Más información en la edición gráfica número 1033 de ANALISIS del jueves 19 de noviembre de 2015)

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