Fue una extraña mezcla de sensaciones

Álvaro Moreyra
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ya son historia. Con el correr de los días van quedando atrás las medallas doradas conseguidas por los deportistas argentinos (Paretto, en judo; Lange-Carranza, en la clase Nacra 47 de yachting; y del hockey sobre césped masculino), o la de plata alcanzada por Del Potro, un tipo que dijo haber vivido la semana más espectacular de su carrera.
Aunque parezca discreta, la actuación de los argentinos fue la mejor faena de preseas después de mucho tiempo. De hecho, tres medallas de oro no se conseguían desde Londres 1948. Sin dudas pasó mucho tiempo.
En la presente edición de ANÁLISIS hay un pormenorizado balance del paso de los deportistas entrerrianos que vivieron la fiesta más importante del deporte a escala mundial. Si bien ninguno logró colgarse una medalla, el hecho de codearse con los mejores ya es una situación que quedará marcada a fuego en sus vidas, no solamente en materia deportiva, sino desde la experiencia misma de haber vivido en una Villa Olímpica, cruzarse con los mejores atletas del mundo, hasta disputar un partido o una regata, o correr una carrera de mountain bike.
A diferencia de lo ocurrido en Londres 2012, en esta ocasión ningún entrerriano se alzó con una medalla. Aquella vez fue la paranaense Florencia Mutio quien alcanzó la Plata con Las Leonas.
En todo ese contexto, un entrerriano se quedó en las puertas del viaje. Se trata de Julián Álvarez, integrante del staff técnico del seleccionado argentino de voleibol, quien debió postergar el viaje por cuestiones de salud.
Es que un virus lo privó de viajar. El entrenador nacido en Basavilbaso, por precaución, debió quedarse en el país para atravesar una larga recuperación, que por estos días aún lleva adelante, antes de retomar sus actividades.
Desde que el experimentado Julio Velasco tomó las riendas de la Albiceleste en 2014, se propuso llegar de la mejor manera a los JJ.OO. que finalizaron días atrás. De todas maneras, el proyecto es a muy largo plazo y desde este martes tendrá como objetivo final Tokio 2020.
Álvarez habló desde Buenos Aires con ANÁLISIS y contó sobre sus sensaciones encontradas al respecto. Es que, fiel a su estilo, no anduvo con rodeos y manifestó lo que sintió y cómo fueron cambiando sus emociones a lo largo de los días. “Al principio me costó mucho hacerme a la idea de no poder asistir a algo que esperé durante tanto tiempo. Si bien fue por un tema de salud no fue fácil hacerme a la idea de no estar en Río”, dijo al comienzo el entrerriano. Y agregó: “Los médicos fueron claros y me dijeron que no podía viajar, debía guardar reposo y hacer una dieta especial. De todos modos, no poder viajar a un Juego Olímpico, que es la máxima competencia del mundo a la que aspiran todos los deportistas, los entrenadores, hasta un árbitro o un dirigente, duele”.
(Más información en la edición gráfica número 1045 de ANALISIS del día 25 de agosto de 2016)