El Presupuesto 2017 denuncia el estado de déficit sostenido que dejó Urribarri

Números para la bancarrota

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1050

Jorge Riani

El proyecto de presupuesto para el año 2017 tiene una característica destacada. Es la primera vez que de modo escrito se deja sentado algo que esta revista ha dicho ya en varias notas: que la provincia está sumida en un sistema de déficit. Un círculo rojo del que no sale desde hace exactamente un año.

Esto constituye un hecho político que hay que saber leer y que se podría resumir así: El gobernador Gustavo Bordet denuncia por escrito que le dejaron una provincia en rojo, y que ese rojo comenzó el año que su antecesor, Sergio Urribarri, asumió el mandato de gobernador y lo mantuvo hasta que se fue.

Es así como el proyecto de la denominada “ley de leyes” prevé un cierre también deficitario para este 2016, que alcanzará los 6.880 millones de pesos. Pero como quienes confeccionaron el proyecto son “optimistas”, dicen que ese rojo podría quedar en 2.004 millones de pesos.

Los economistas técnicos que trabajan para el Estado entrerriano esperan que se produzcan dos hechos: que llegue el financiamiento internacional de 250 millones de dólares, que inyectaría un monto de 3.875 millones de pesos a la gestión. Y que la ANSES financie, como dijo que lo haría, parte del déficit previsional de la provincia de Entre Ríos por unos 1.000 millones de pesos.

Sin embargo, el calendario ya gasta su anteúltima hoja y ninguno de los dos hechos se están avecinando.

Entre Ríos es la única provincia que no consiguió el aval del gobierno nacional para tomar un crédito internacional. Hace diez días Santa Fe pidió lo mismo que quiere pedir Entre Ríos: 250 millones de dólares del mercado financiero internacional.

¿Hay discriminación política a nuestra provincia? ¿Tenemos mala suerte los entrerrianos? Nada de eso. Los técnicos economistas consultados por ANÁLISIS coinciden en señalar que la provincia “está floja de papeles”, como resumió uno de ellos. Eso significa que el gobierno de Gustavo Bordet estaría teniendo dificultad para conseguir las garantías requeridas. Y eso por obra y gracia del estado catastrófico en que dejó Sergio Urribarri a las cuentas públicas.

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