El Reinado judicial

D.E.
La diferencia es notable, casi obscena. En ese segundo piso, en el rincón de Laprida y Santa Fe, hay pobreza, indignación, rostros que van y vienen exigiendo respuestas. Niños que deambulan y madres con lágrimas en los ojos, porque hace meses que exigen soluciones para que ese padre ausente deje de golpearlas o violarlas y pocas veces lo consiguen. En ocasiones, la justicia logra lo que ellas reclaman. Pero en muchas instancias no lo consiguen. Quizás en demasiados episodios. Y se tienen que volver a sus precarias casas, donde siempre falta para comer o para abrigarse, a seguir conviviendo con ese violador, ese golpeador, ese alcohólico o adicto a las drogas.
Nada de eso sucede un piso más arriba. La imagen es totalmente diferente. Los casi 20 metros del ala superior son la cara visible de otro Poder Judicial; la de otro país y otra provincia, donde sobraban los dineros públicos, la opulencia y el gasto con escaso control. Pero allí se instalarán, en próximas semanas, todos los integrantes del Superior Tribunal de Justicia y cada uno de sus colaboradores directos, conducidos por su titular, Claudia Mónica Mizawak.
El vidriado imponente no se ve desde abajo, desde la vereda de calle Laprida y Santa Fe. Tampoco se observa en esa zona qué sucede a más de 10 metros de altura. En realidad, nadie mira por encima de la cabeza de abogados, profesionales, magistrados y empleados judiciales. Hay demasiado tránsito; demasiadas personas que van y vienen y siempre hay que estar más atentos al movimiento de autos y transeúntes, para no tener un disgusto. A nadie se le ocurriría mirar para arriba. Es como que está todo casi estratégicamente pensado.
Desde ese lugar, la nueva construcción del Superior Tribunal de Justicia, solamente se puede observar el frente de la Casa de Gobierno. El devenir de los ciudadanos comunes, únicamente se podría ver desde el balcón vidriado del salón de Acuerdos del STJ, pero la escena seguramente se repetirá pocas veces, aunque no dejará de ser una tentación de algún miembro del alto cuerpo.
La presidenta del STJ, Claudia Mizawak, sigue al dedillo cada movimiento. Supervisa los avances -casi en su etapa final-, como así también los muebles que se van comprando, siempre de alto costo y totalmente renovados. Para los muebles del salón de actos -ubicados del otro lado y casi con las mismas dimensiones, en la esquina de Córdoba y Laprida- costaron cerca de medio millón de pesos.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del jueves 7 de septiembre de 2017)