Un poco de bombero y un poco de incendiario

Antonio Tardelli
Por lo pronto, en Entre Ríos, como el dios Jano, el peronismo exhibe simultáneamente dos rostros: con una figura devaluada, el vicepresidente primero del Senado, Aldo Ballestena, avala por un lado en Buenos Aires la negociación que los mandatarios provinciales llevan adelante con la Casa Rosada para acordar un presupuesto. Pero a la vez, mediante dos ex vicegobernadores, José Cáceres y José Lauritto, deja constancia de que su antimacrismo es tan virulento como para reclamar renuncias anticipadas o pronosticar estallidos navideños.
El pasado siempre regresa y suele hacerlo reciclando las prácticas peores. La política nacional, enamorada de sus tragedias, no termina de deshacerse de sus repetidos yerros ni de su tendencia a la anomia. El desapego por la ley se expresa en toda la línea hasta poner en cuestión, inclusive, el mayor consenso alcanzado por la sociedad civil luego de la dictadura militar: los gobiernos duran cuatro años. Paciencia: es así. Sólo es cuestión de tiempo. Únicamente los iluminados, los que desde diferentes ideologías presumen de una representación de la que carecen, pueden atreverse a proclamar que ya basta, que ya fue, que se agotaron los tiempos. La democracia, mal que le pese a los prepotentes, prescinde de las tutelas.
(Más información en la edición gráfica número 1085 de la revista ANALISIS del jueves 13 de septiembre de 2018)