
Gustavo Germano junto a una de las fotografías de la Muestra Ausencias, en la que se lo retrata junto a sus hermanos.
Tras conocerse la sentencia contra los genocidas acusados por la desaparición del entrerriano Eduardo Raúl “Mencho” Germano, su hermano Gustavo Germano, habló de las sensaciones que el fallo genera como “corolario de un proceso que tiene implicancias en lo personal y en lo colectivo”.
En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio De la Plaza), Germano graficó que la sentencia “es como el corolario de un proceso que tiene implicancias en lo personal y en lo colectivo. En lo personal deja ese sabor agridulce de que no estuvieran ni mi padre Felipe, ni mi mamá Carmen, ni mi hermano Guillermo que tanto tuvieron que ver en todo este proceso”.
Destacó “la complejidad de este proceso” y refirió que “esta sentencia de ayer, con una causa que tiene 188 víctimas en este tramo, pudo incluir el caso de Eduardo porque hubo un proceso de identificación del cuerpo que fue en 2014; pero antes hubo que exhumar el cuerpo en 2011, y antes de eso hubo que reconstruir una hipótesis de dónde podía estar lo que implicó un trabajo desde 2006, y para obtener esa pista hubo que ir a 1984 donde supimos que el anónimo que nos había llegado en 1976 hablaba de esa esquina de Fisherton donde lo mataron”.
“Es un proceso que implica muchísimas cosas, mucha gente, muchas voluntades, y ver ese proceso en perspectiva da una idea de todos los escollos que hubo que atravesar y así en lo colectivo el saldo es altamente positivo, porque no todos los países del mundo juzgan y encarcelan a los genocidas, sobretodo porque siempre están vinculados con poderes económicos”, resumió.
Reiteró que “en lo personal, las sensaciones son agridulces, por lo que significa tanto tiempo en la vida de la familia, pero no hay que perder la perspectiva de lo colectivo”.
Asimismo, planteó que la ausencia de sus padres y hermanos “marca la maldad de esta gente que sigue con un pacto de silencio, porque hubiera sido todo mucho más fácil si hubieran asumido los actos realizados y hubieran dado las pistas para llegar a identificar a las víctimas”. Recordó que “a Eduardo y a María Cristina Pagnanelli los secuestraron y torturaron en el centro clandestino de El Pozo que funcionaba en la Jefatura de Policía de Santa Fe, que es un edificio que ocupa toda una manzana en el centro de la ciudad” y rememoró que “en el caso de Eduardo lo llevaron a una esquina de un barrio apartado, a unas cuadras de donde estaba la residencia de Galtieri, que es un barrio bastante acomodado donde un grupo de Montoneros había disparado contra un transformador para dejar al barrio sin luz, y como represalia lo volaron con explosiones en ese lugar”.
Remarcó que “para que eso sucediera la comisaría que estaba a 500 metros, no hizo nada y fue una zona liberada, y luego los Bomberos levantaron los cuerpos para llevarlos a la morgue, donde el médico Ángel Lungo firmó como muerte violenta y todo lo demás se ignora, entrando como NN el 5 de enero de 1977 y fue alojado en la tumba 242 del solar 75 de La Piedad”.
Agregó que “cada tres años las tumbas se llevan a un osario común y nunca se supo por qué razón, si por conciencia histórica o por falta de ganas de trabajar los cuerpos se reducían en rincones y se dejaban en la misma tumba; y es así que en el cementerio de La Piedad hay más de 200 enterramientos de este tipo, por muertes violentas de personas no identificadas”.
Al respecto, sostuvo que “hay que tomar dimensión de lo que es el control absoluto que tuvieron de todo esto, con todo el soporte institucional de los periódicos de la época, del nivel eclesiástico y por supuesto también económico”.
La importancia de la Muestra Ausencias
Consultado sobre la implicancia que tuvo en su vida personal la Muestra Fotográfica “Ausencias”, sostuvo que “es lo que siempre quise hacer, unir en un proyecto que tenga alto impacto, con llegada y que genere emociones sin importar los idiomas, estas dos partes de mi vida: primero ser familiar de un desaparecido y haber atravesado todo ese proceso, y luego ser fotógrafo”.
Destacó que “ha tenido mucho impacto, es un trabajo que estuvo en lugares increíbles” y comentó que “en marzo de este año estuvo en una exposición en la Embajada en Roma y luego en un Festival en Melbourne, Australia” aunque por la pandemia “todo se suspendió”.
Resaltó también que “además el proyecto pudo crecer después de lo Argentina y en 2012 se hizo con los desaparecidos de Brasil, en 2016 con los de Uruguay y este año quedó suspendido un proyecto que estaba pensado con los desaparecidos de Chile”.
“Son proyectos de largo recorrido porque cada uno lleva dos o tres años y lo de Chile era cerrar una visión más regional, no solamente mirando a Argentina sino verlo en el contexto global de la región en el marco de lo que fueron las dictaduras que después se unieron en la Operación Cóndor. Es un proyecto que me atraviesa de toda la vida y que desde hace 12 años es una marca indeleble que llevo con mucho orgullo”, concluyó.