
“El Papa revolucionario en siete años de mandato no ha cambiado nada respecto de los abusos en la Iglesia que son delitos, no son pecados ni errores”, cuestionó Huck.
El integrante de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico y víctima de los abusos del cura Marcelino Moya, Pablo Huck, criticó el sistema que intenta implementar la Iglesia de Santa Fe para presentar denuncias por casos de abuso sexual.
En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio De la Plaza), Huck planteó que “en Entre Ríos ya hay historia al respecto porque esto sale a raíz de una carta apostólica del Papa de mediados de 2019 mientras que (el arzobispo de Paraná, Juan Alberto) Puiggari ensayó algo similar en 2018, donde decía cosas tan patéticas y ridículas como que los curas no debían tocar a los niños o personas vulnerables en zonas que no correspondían”.
De todos modos, destacó que en Santa Fe “el Ministerio de Gobierno, Justicia, Derechos Humanos y Diversidad ya se manifestó al respecto aclarando que el lugar para hacer este tipo de denuncias es el Ministerio Público de la Acusación” y remarcó que “hay que tener presente que la Iglesia intenta implementar esto en el mundo”.
En ese sentido, criticó que “el Papa revolucionario en siete años de mandato no ha cambiado nada respecto de los abusos en la Iglesia que son delitos, no son pecados ni errores”. Y del mismo modo, apuntó hacia la actuación de Puiggari quien “nunca actuó en consecuencia después de las condenas de la Justicia y nunca colaboró con la Justicia, y ni siquiera se acercó a las víctimas diciendo que lo de (el cura Justo) Ilarraz era una pantalla de humo y un invento de los medios”.
En tanto, resaltó que en este tema “se avanzó pero no por la Iglesia. El avance se da por las denuncias, la visibilización y la toma de conciencia social: están los periodistas haciendo su laburo comprometido, la justicia que con sus tiempos dicta sentencias, y la sociedad que ha tomado conciencia”.
Sostuvo que “en Santa Fe la cosa pasa, como suele pasar ante cuestiones por compromiso: hay notas periodísticas donde hacen de voceros de la Iglesia y otra gente que hace su laburo, pregunta y repregunta; y hay un dato objetivo: el arzobispado de Santa Fe dio una conferencia de prensa donde se planteó que se termina el tiempo que dio el Papa para aplicar esto. Además esa conferencia se dio bajo un cuadro de (el ex arzobispo de Santa Fe, Edgardo Gabriel) Storni que fue uno de los tipos más asquerosamente perversos que pisó la Tierra y a quien se llevó a la justicia hace 20 años, y cuando un periodista preguntó por esto, la respuesta fue que Storni es parte de la historia de la iglesia santafesina”.
Por otra parte, planteó que “pusieron a dos mujeres que explicaron que su trabajo es poner la oreja, hacer informe y elevarlo al arzobispo, y ahí termina todo con lo cual es una pantalla para recolectar información. Y además no solo que reconocieron no estar preparadas, sino que afirman que esto se limita al ámbito eclesiástico, a punto tal que si un nene denuncia en la escuela que es abusado por su abuelo, a ellas no les compete. De este modo, se ve que la intencionalidad real es recabar información y capitalizar material para generar defensa cuando son llevados a la justicia”.
Respecto del trabajo de la Red de Sobrevivientes, comentó que “se difundió tanto el trabajo que se hace que se acerca gente que no ha sido abusada en el ámbito eclesiástico y no necesariamente hay gente que ha sido abusada sexualmente ya que hay compañeras que han sido sometidas a la servidumbre, privación ilegítima de la libertad, abuso de conciencia, hay un montón de cosas que duelen y marcan. Y de hecho lo que hace la iglesia es un abuso de poder”.
Refirió que “en su momento, ir a declarar en el ámbito eclesiástico era como ir a declarar a la cueva de un mafioso, y hoy en día sabemos que no hay manera de encontrar justicia y verdad al dar ese paso, porque uno se da cuenta que dentro de la iglesia no va a encontrar apoyo y resguardo”. “Cuando uno denuncia dentro de la iglesia y siente todo ese menosprecio y el rechazo hay una revictimización, es confirmar que uno le ha confiado su espíritu y su vocación religiosa a alguien que claramente no le importa. Funciona todo como una gran pantalla”, advirtió.
Por otra parte, sostuvo que “hubo una fuerte visión de lo legal dentro de la red para lograr las condenas, pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta que si bien la condena restituye y beneficia a la víctima en su desarrollo psicológico, también está la persona que lo que necesita es hablar, contar lo que vivió y encontrarse con pares. Mientras a los sobrevivientes se les pueda dar apoyo, se les da apoyo y al momento de dar testimonio en la justicia son acompañados, pero acá no hay tiempos”.