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Dolor y palabras de gratitud en el velatorio de Mario Iturain

Despedida

En la despedida, compañeros de trabajo entregaron a la esposa un retrato de Mario Iturain junto a un perro. (Fotos: ANÁLISIS)

La vida de Mario Iturain estuvo marcada por la tragedia. En 2001 perdió a su hija Romina, víctima de una bala perdida en medio de la represión policial del 20 de diciembre, por el saqueo en un hipermercado de Paraná.

El lunes se incendió su casa. Los compañeros de trabajo saben que en medio de las llamas Mario socorrió a su familia, pero quiso entrar para sacar algo. De esa situación salió demasiado herido. Lo internaron en el Hospital San Martín, aunque su cuerpo no resistió ese último trago.

Amigos, familiares, vecinos y compañeros de trabajo lo despidieron este miércoles, en el Concejo Deliberante de Paraná, en la esquina de Andrés Pazos y Corrientes. En el lugar se huelen las flores frescas que pusieron para homenajearlo. Esa esencia atraviesa un sinfín de ojos que miran con desconcierto y desazón.

“Lo vamos a extrañar mucho”, cuentan a coro cuatro compañeros de trabajo que charlaron con ANÁLISIS. “Mario era un tipo muy abierto. Fue una excelente persona. Compartimos tantas cosas buenas en más de 30 años de trabajo. Él va a quedar siempre en nuestra memoria. Fue excelente con todos los gobiernos que pasamos. Era nuestro jefe pero trabajaba a la par nuestra. Nunca nos retó. Nos trataba a todos por igual. Cuando nos equivocábamos, nos reunía y dialogábamos para mejorar las cosas. Hacía lo que no le correspondía. Nosotros éramos sus pichones”, describen.

Los trabajadores municipales también recuerdan los momentos de distensión y festejo, fuera de las tareas laborales. “En todo momento era tan educado. Comíamos asados y nos divertíamos. No habrá otra persona como él. Conocíamos a casi toda su familia porque él la amaba. Siempre nos contábamos cosas de la familia. Tenemos un dolor que no se va a borrar”.

Por otro lado, dos compañeras contrastan lo que denominan "creencias comunes sobre los trabajadores municipales" y la personalidad de Mario. “Era trabajador, educado, una persona de bien. No le importaba su cargo, arreglaba cueritos, izaba la bandera a diario, cortaba yuyos. Nos dejó un buen ejemplo. Él sacrificó su vida y nos deja una enseñanza. Lo vamos a recordar con esa gran sonrisa y su amabilidad”, sintetizan.

Mario Iturain tenía 62 años. Era director en el área de Mayordomía. Tenía relación con empleados de todos los sectores, con trabajadores de planta y contratados. “Entrabas por el estacionamiento de la Municipalidad y siempre estaba Mario. Lo conocían todos. Expandió su conducta intachable, su amabilidad. Tenía puesta la camiseta de la Municipalidad”.

Romina

La partida repentina de su hija Romina, selló para siempre la existencia de Mario. “La tragedia que vivió con su hija era su lucha. Y sabía acompañar el dolor de otros, pero la muerte de su hija fue algo insuperable para él, un peso, una tristeza”.

“Todos los días recordaba a Romina y a su mamá. A veces, nosotros lo desviábamos de esos recuerdos para que no se sienta mal, pero él hablaba igual. No pasó un día sin nombrar a la hija. Decía que era preciosa, que ella estaba ocupando su lugar, que tenía cabello largo y ondulado. Hablaba de su hija como si estuviera viva, ella era su vida. Él quedó marcado por esa muerte. Tenía altibajos y como compañeros siempre queríamos distraerlo”.

El acompañamiento fue a las 16.30.

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