Entrevista con Pablo Larrosa en la Unidad Penal

“Nunca dejé de formar parte de una sociedad”

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796

Federico Malvasio

Pablo es el hermano de Jaimito. En una entrevista con ANALISIS se permitió analizar los medios de comunicación y el sistema penitenciario. Tampoco se privó de dar su opinión sobre la Justicia y lo que entiende como “resociabilizar” a quien cometió un delito. Compartió momentos con Raúl Monzón. Cuando termine de cumplir su condena piensa seguir estudiando como lo hace actualmente. La historia de adentro, contada desde adentro.

Las respuestas a cada una de las preguntas no dejan de sorprender, sea por la sinceridad con la que habla, por la precisión con que usa palabras académicas o por el prejuicio o la sensación que uno tiene de lo que pasa allí adentro, en la Unidad Penal Número 1 de Paraná. Pablo Larrosa dice pasarla bien, pero porque él mismo se lo propuso. El joven de 26 años, que hace una semana enterró a su madre, cumple una condena de diez años. Mira el grabador de reojo pero no se inmuta para nada. Tiene respuesta para todo. A su lado, y durante toda la entrevista, un compañero ceba unos mates. Se muere da ganas por opinar, parece que hace varios años que está preso y tiene mucho para contar. ANALISIS le plantea cuáles son las reglas del juego y lo pauta para una próxima entrevista. “Mmm, vamos a ver”, dice, mientras acomoda la yerba. En la oficina del director, José Luis Mondragón, sólo están los tres: este cronista, Pablo y su compinche.

-¿Cuál fue la primera sensación que tuviste cuando entraste a la Unidad Penal sabiendo que te quedarías por mucho tiempo?
-Se me cruzaron miles de cosas por la cabeza, aunque ya conocía más o menos cómo venía la mano acá adentro. Yo venía desde muy chico a la Unidad Penal a jugar a la pelota, a comer asado y a compartir varias cosas con los internos. Pero bueno, cuando ingresé sabiendo que me tenía que quedar varios años, la sensación que tuve fue algo así como que se detenía el tiempo, que se acabó la libertad y no sabía cómo iba a ser estar encerrado.

-¿Quién fue el primero con el que hablaste cuando entraste en carácter de interno?
-Yo estaba con mi hermano, Jaimito, que ya estaba detenido hacía un par de años. Cuando venía a visitarlo o a jugar al fútbol con el Club Palermo entraba a la cárcel, por lo tanto ya tenía varios amigos. Por eso, el hecho de entrar a este mundo no me produjo nada. Ahora, saber que te tenés que quedar de este lado fue fuerte. Que te priven de tu libertad te cambia todo.

-¿Cuáles fueron los primeros cambios que sentiste?
-No sé si fueron cambios. El Pablo que hoy te habla acá es el mismo que el que estaba afuera. Afuera uno hacía varias cosas que trata de hacerlas acá. El hecho de estar de este lado, al menos a mí, no me genera una mentalidad de venganza. Si bien tengo muchas ganas de salir, ante todo soy conciente de que yo mismo me privé de mi libertad.

-¿En la cárcel se genera una especie de resentimiento?
-Hay diferentes personalidades. Mucha gente, pese a las estadísticas que se suelen dar en los medios, quiere hacer las cosas bien. Se habla mucho de lo que pasa acá adentro y siempre se cuenta lo malo. Te puedo asegurar que es mayor la cantidad de gente que quiere hacer las cosas bien que mal. La mayoría de los internos tiene familia con la que quiere estar. Lo que pasa es que la Justicia está muy dura y eso se sabe acá adentro y afuera.

-¿Cómo es eso de que “se sabe” que la Justicia está muy dura?
-La Justicia está interviniendo realmente en todos los casos. Pero ojo, en muchas oportunidades lo hace por la repercusión en los medios y lo que eso genera en la sociedad. Está bien que se actúe, pero también uno, acá adentro, pretende que se respeten nuestras garantías individuales. Eso es lo elemental para que nosotros estemos bien.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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