A siete años de la desaparición de cuatro chicos y sus padres

Dos pistas y un solo misterio para los Gill

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830

Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)

Los expertos creyeron que los habían encontrado sepultados, por el olor a cadáver que emanaba de un pozo, pero no dieron con los cuerpos y seguirán excavando durante enero en la estancia La Candelaria de Crucesitas Séptima. De pronto, un peón reveló ante los forenses que los Gill-Gallegos, desaparecidos hace siete años, están trabajando en el Chaco; el juez mandó a buscarlos en El Impenetrable, y nada. Rastros de sangre hallados en la casa que habitaba el peón rural con su familia esperan un resultado científico. Así, la investigación del caso de desaparición más misterioso que haya conocido la región adquiere ribetes insólitos, y mientras dos familias lloran la ausencia de cuatro chicos y sus padres, todavía quedan pozos sin explorar, faltan herramientas para la búsqueda y los gobiernos nacional y provincial se niegan a ofrecer una recompensa, lo que lleva a algunos a pensar que a los Gill-Gallegos les faltó apellido y escándalo mediático para que los gobernantes se interesaran de verdad.

Desaparecieron del mapa los seis integrantes de la familia, el 14 de enero de 2002. La búsqueda fue lenta e ineficiente al principio y se aceleró en los últimos meses cuando el juez de Instrucción de Nogoyá, Sebastián Gallino, resolvió escanear el campo y darlo vuelta a fuerza de retroexcavadoras y pala, con el trabajo físico, incluso, de los propios médicos forenses.

La exploración es hoy incesante, intensa, sin cuartel. La justicia entrerriana se tomará unas largas vacaciones en enero pero los policías y forenses continuarán en La Candelaria.

No hay imputados en la causa. El propietario de la estancia, Alfonso Goette, estuvo siempre al lado de los investigadores sin aportar mucho, y en los últimos días cayó en algún mutismo. Algunos lo adjudican al temor por la búsqueda bajo tierra, al lado de las casas de La Candelaria, porque Goette tiene una personalidad difícil que lo hace sospechoso ante la vecindad. Otros, en cambio, se preguntan cómo estará este vecino de Viale, inocente hasta que se demuestre lo contrario, al observar los trabajos de remoción en su campo y sentir las miradas acusadoras.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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