La fotofobia del Lucifer

Luis María Serroels
Utilizaron todos los medios prohibidos por las leyes escritas y por la ley moral, para secuestrar, torturar y asesinar a miles de ciudadanos de cualquier edad, sembrando primero el terror y luego el dolor como correlato inenarrable.
Se valieron de los delatores profesionales, cultores de la alcahuetería rentada, que se solazaban acopiando y entregando datos para congraciarse con sus jefes de área, sabedores de que tras sus informes cotidianos surgirían los futuros muertos y desaparecidos. Mientras tanto, en algún lugar, la “parrilla” maldita aguardaban las víctimas del asquerosamente célebre conductor de watios en manos de expertos torturadores.
Y como un componente más de su menú cargado de maldad, prepotencia y espíritu sanguinario, tomaban bebés recién nacidos –cuyos padres y abuelas legítimos jamás conocerían-, para entregarlos a terceros como vulgar objeto en falsos actos de conmiseración, cuando en realidad estaban poniéndole el moño a una cadena de vandalismo.
(Más información en esta edición del Semanario ANALISIS)