Los negocios colombianos con la droga, ante la apatía de la clase política entrerriana

La banda narco extranjera

Edición
988

D. E.

Hacía más de dos años que personal de Prefectura Naval Argentina investigaba un campo ubicado en Entre Ríos. La amplia estancia estaba ubicada en proximidades de Colonia Elía y fue comprada a una inmobiliaria de Concepción del Uruguay, por una cifra en dólares. El inversor en cuestión era de origen colombiano e ingresó oficialmente al país en agosto de 2011. En absoluto silencio se instaló en el campo, sito a unos 10 kilómetros de la ruta nacional 14 y lo primero que hizo fue entregarle unos miles de dólares a un capataz de confianza que contrató, para refaccionar la amplia casona que, a su vez, contaba con una vivienda para el cuidador.

En ese mismo pueblo, aunque en una zona alejada del despoblado radio céntrico, se encontraba la estancia María Luisa, una de las más coquetos lugares donde Alfredo Yabrán prefería descansar o recibir a algunos amigos del poder, especialmente ligados al menemismo, en la década del ’90.

Carlos Brausin García, como se lo conoció a dicho inversor, compró además una camioneta Honda CRV azul -que puso a nombre de un empleado suyo, con antecedentes por robo, aunque disponía además de una tarjeta azul para moverse normalmente- y con ese vehículo recorría la zona y muchas veces se lo observó en la zona del puerto de Concepción del Uruguay. El colombiano era visitado por algunas personas de origen venezolano o de la propia Colombia y a varios de ellos les encargó remodelaciones del casco de la estancia. Se movían también con otros vehículos, como una Ford Ranger doble cabina o un Renault Sendero. Se movilizaban algunas lanchas importantes que entraban o salían y también algunos camiones. Algunos de esos vehículos llegaron incluso hasta Colón en varias oportunidades.

La investigación sobre dicho personaje se inició en abril de 2012, días después del asesinato de un ciudadano colombiano, en el barrio porteño de Retiro y que en un primer momento fue identificado como Carlos Brausin García, aunque en realidad se llamaba Jairo Mojarro Saldarriaga, sindicado en su país como quien fuera jefe de sicarios de un poderoso cartel del narcotráfico.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS del 11 de julio de 2013)

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