Los excluidos del sueño entrerriano

Juan Cruz Varela
El gobernador Sergio Urribarri se anotó este fin de semana una victoria electoral (superando inclusive sus expectativas más optimistas) para ofrendarle a Cistina Fernández, pero también para alimentar su ambición presidencial mirando a 2015.
El mandatario dará ahora rienda suelta a su sueño entrerriano, como ha dado en llamar a su proyecto de pretendida integración con el que busca embarcar a más de un millón de entrerrianos en su carrera nacional. Pero detrás de ese sueño está la realidad. Y la realidad, a veces, no se condice con esa provincia exitosa que nos quieren presentar.
Necio sería negar los logros de una gestión que ha mejorado algunos indicadores en Entre Ríos, aunque lejos de la grandilocuencia que los principales funcionarios realizan. Tal vez la fotografía que mejor refleja la realidad entrerriana se tomó el 27 de octubre de 2010. Esa imagen muestra hasta dónde llegó “el sueño entrerriano”. Y esa foto dista un poco de lo que muestra el aparato de propaganda oficial.
A pesar de los esfuerzos por presentar a la provincia con un perfil de producción diversificada, con desarrollo industrial y cadenas de valor agregado; lo cierto es que la provincia no ha logrado alterar el esquema basado en la producción primaria. Por el contrario ha multiplicado exponencialmente el área sembrada, aunque en un contexto de concentración de la propiedad de la tierra, extranjerización e imposición del monocultivo de soja. En los últimos años, ese esquema solo ha tenido retoques menores que, a lo sumo, permiten estar un poco menos peor. Pero en general el resultado ha sido de expulsión de la población, despoblamiento rural, empobrecimiento, crecimiento de las villas y asentamientos precarios en las ciudades.
Desde hace varias décadas, Entre Ríos viene profundizando políticas de expulsión de su población. En la obra Proyecto Bicentenario, Entre Ríos, identidades y patrimonios, publicada en 2008, el periodista Daniel Tirso Fiorotto escribía: “Es evidente la estructura expulsora de habitantes que padece este territorio bendecido por la naturaleza: en 1947 Entre Ríos poseía el 5% de la población argentina; en 2001, el 3,1%”. En 2010 vivían en la provincia el 3% de los habitantes del país. Esa tendencia solo se explica por la falta de oportunidades que la provincia ofrece a sus habitantes.
Ni agua ni cloaca
Hoy, con una década de crecimiento sostenido, la deuda social sigue siendo descomunal: un tercio de los hogares entrerrianos no tiene cloacas y apenas un cuarto tiene conexión de gas de red, de acuerdo con los datos que surgen Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas, realizado en el año 2010; a esto hay que agregar indicadores que reflejan una profunda crisis educativa, expresada en que a pesar de las políticas de inclusión, todavía quedan más de 20.000 analfabetos, más de 100.000 mayores de 20 años que no han completado la escuela primaria y menos de 40.000 graduados universitarios residentes en la provincia; y en materia de salud, más de 400.000 entrerrianos no tenían, para octubre de 2010, cobertura de obra social ni estaban amparados por ninguna empresa de medicina prepaga ni plan estatal.
(Más información en la edición gráfica 995 de ANALISIS del 31 de Octubre de 2013)