Cuando el fútbol es el país y el gobierno la patria

Antonio Tardelli
Criticable es el tenor de los avisos oficiales que se exhiben en los entretiempos de los partidos de fútbol del Mundial Brasil 2014.
En rigor, sobre todo mirando los antecedentes del género, son un despropósito.
El kirchnerismo no pudo resistirse a la tentación, extendida entre los gobiernos del mundo y particularmente trágica en la Argentina, de embanderarse en virtud de un certamen deportivo.
No pudo sino intentar usufructuar la metáfora, de identificarse con la nación toda y de contrabandear su verdad relativa mediante una emoción que, presume con lógica, reúne a los argentinos hasta aproximarlos a la unanimidad.
Es que esa zanahoria, zanahoria imposible, la unanimidad, asoma en el fondo de la ambiciosa pretensión.
Estremece comprobar –por los riesgos implícitos que ello supone– que el gobierno de hoy se mueve a partir de parámetros que en la materia lo emparentan con los dictadores.
El poder, como tal, luce dominado por mecanismos que simulan vida propia, por resortes aparentemente autónomos, por factores que terminan dominando la voluntad de los gobernantes, sean ellos legítimos o ilegítimos, democráticos o autoritarios, constitucionales o dictatoriales.
Son ganados los gobiernos por una lógica idéntica.
No vivimos en una dictadura ni aquello, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, fue precisamente una democracia.
Pero hay cierto aire de familia en los productos publicitarios de los gobernantes argentinos de entonces y los actuales.
más información en la edición gráfica número 1005 de ANALISIS publicada el 3 de julio de 2014)