Música, pastillas y mucha sed

Silvio Méndez
Puede ser en un gran evento en una quinta de Sauce Montrull, o en una casita de fin de semana donde esté invitado un reducido grupo de conocidos. Puede suceder también en un típico salón alquilado para la ocasión en una de las arterias de la ciudad, en un boliche de Bajada Grande o en un pequeño pub de avenida Almafuerte. Las fiestas electrónicas en Paraná y alrededores son tan asiduas como lo es el importante número de seguidores de estas convocatorias que se cuentan hasta por varios miles. Pero resulta que estos espacios de diversión, que albergan actividades con madrugadas extendidas de baile, son muy poco conocidos para la mayoría de quienes transitan en la superficie diurna. O en rigor, la noche y la danza transforman también esos cuerpos que en la vida cotidiana se vuelven irreconocibles.
Se puede decir que, en efecto, se trata de un submundo, mayormente juvenil, que no ha alcanzado un alto grado de “mediatización”, y se constituye hoy como el circuito de lo underground.
Todo esto siempre y cuando no sea una actividad masiva, como el Time Warp que se llevó a cabo en el complejo Costa Salguero de Buenos Aires, y en el cual se produjo la muerte de cinco jóvenes producto de una sobredosis de drogas de diseño consumidas en el festival.
La tragedia puso en foco un fenómeno que parecía ajeno, pero que trajo la aciaga noticia de un paranaense de 23 años entre las víctimas fatales.
Entonces es como si fuese una sorpresa, que no puede ser, y eso que era algo que parecía suceder allí “afuera”, forma parte de lo que también pasa en el patio trasero de la casa.
Puesto
La historia de las convocatorias y encuentros de música electrónica como género, ha ido de la mano del uso de substancias químicas. Se recurre a ellas para estimular los sentidos, incrementar la percepción, así como establecer un vínculo con el resto de los asistentes y el ritmo que proponen los distintos estilos. El consumo de drogas de diseño forma parte de la experiencia –y funciona sólo en ella a diferencia de otros productos ilegales–, aunque quienes participan no lo hagan indefectiblemente. Las más extendida es la metilendioximetanfetamina (MDMA) o éxtasis.
(Más información en la edición gráfica número 1038 de la revista ANALISIS del jueves 21 de abril de 2016)