Lucas Albornoz emigró al rugby de Canadá y fue citado al seleccionado de ese país

Lejos de Paraná y cerca de su anhelo

Edición
1050

Álvaro Moreyra

De los llamados trotamundos hay prácticamente en todas las disciplinas deportivas. Así como existen aquellos que ocupan mucho espacio en los medios de comunicación, también hay quienes sin tanto bombo ni platillo emigran en busca de nuevos horizontes, tanto en el deporte que practican como en su experiencia personal.

A partir de esto es que son muchos los argentinos diseminados por el mundo que persiguen sus sueños, anhelos o bien solamente se han ido para poder vivir de la actividad que tanto aman.

No caben dudas de que el fútbol es el deporte que más argentinos tiene repartidos por el mundo, entonces en las ligas más importantes, hasta la más pequeña y humilde de todas, generalmente suele haber un argento que se fue en búsqueda de algo.

A todo esto, cuando la referencia apunta a un argentino, quizás se pueda hacer una mirada aún más microscópica y hablar de los paranaenses sueltos por el planeta. Si bien entre ellos hay muchos futbolistas, en los deportes de menos poder de convocatoria también existen deportistas Panzas Verdes que importan sus servicios, llevan sus virtudes a diferentes países, en diversas disciplinas y con distintas obligaciones.

La historia que seguirá a continuación tiene que ver con un entrerriano que está prácticamente en el otro extremo del planeta. Se trata de un jugador de rugby que hasta no hace mucho tiempo vivió en Paraná, pero decidió probar suerte en Canadá, donde, paradójicamente, nació y vivió los primeros meses de su vida por cuestiones que tienen que ver también con el deporte, aunque más precisamente con su padre.

Tal es la historia de Lucas Albornoz, canadiense de nacimiento, paranaense por adopción y ahora cobijado nuevamente por el país que lo vio nacer, aunque él se sienta “bien argentino”.

(Más información en la edición gráfica número 1050 de la revista ANALISIS del jueves 10 de noviembre de 2016)

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