Herencia fraudulenta

Hugo Remedi
Fue el propio senador radical de Cambiemos, Raymundo Kisser, quien dijo recientemente -en una entrevista con ANÁLISIS- que respeta al actual gobernador de la provincia, Gustavo Bordet, porque entiende que hasta el momento está intentando hacer las cosas bien. Y fue también él -en contraste- quien aseguró, como tantos otros, que si el mandatario no termina de independizarse definitivamente de la escudería Urribarri y todo su clan, le será complicado gobernar a futuro.
Todos saben -y ya lo dijo el propio Hugo Ballay, actual ministro de Economía y ex jefe de Gabinete de la última gestión de Sergio Urribarri como gobernador- que la provincia está en una gravísima situación económica y muy lejos en ese sentido del paraíso que mostró de modo permanente, y en base amonedazos y presiones sobre los medios, el trabajo de propaganda que llevó adelante en su momento el ministerio de Cultura de la provincia.
Hasta acá, el gobernador ha respetado disciplinadamente el código de silencio que le impuso la circunstancia de no haber sido elegido como candidato en internas y, en consecuencia, terminar debiéndole favores a quien lo ungió con el dedo. Bordet, como político que es, sabe que hay muchas cosas que están bajo sospecha pero también se lo ve decidido a que si no hay alguien que levante la alfombra-sea la justicia, los medios o algún denunciante particular- no va a mover un dedo por complicar a algún “compañero”. A él le alcanza, por ahora, con dar su propio ejemplo de gestión: no se le ven por lo pronto pecados por acción, pero sí por omisión.
Hasta el momento, entonces, se tiene que fumar el desquicio que Urribarri hizo con la Caja de Jubilaciones de la provincia a fin de quedar bien con su patrona política, Cristina Kirchner; tiene que comerse asimismo la deuda monstruosa que va en espiral creciente de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER); y ahora, recién salido del horno,enfrentar el pedido de capitalización de la tarjeta Sidecreer, a la que dejaron prácticamente fundida, entre otras monerías de antaño.
Con la crisis heredada, Bordet ya tiene suficiente como para que el tiempo de gestión esté bastante ocupado en esos menesteres. Y a eso debe sumarle que en cualquier momento puede saltar por el aire algún nuevo chorro de pudrición que se lleve consigo a otro funcionario o saque a luz otro sistema enquistado de corruptela.
(Más información en la edición gráfica número 1050 de la revista ANALISIS del jueves 10 de noviembre de 2016)