Devil: un grito feminista

Por Sofía Arnaudín
Lucía Tomas es actriz paranaense, pero hace siete años vive en Buenos Aires, ciudad que eligió para su formación y ejercicio profesional “en el deseo latente de querer siempre un poco más” describe. Egresada de CIC (Centro de investigación Cinematográfica) de la carrera de Actor y Director en Artes escénicas; y de EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático) en la carrera de Formación del Actor, Lucía Tomas le da voz y cuerpo al personaje de “Tres” “Devil”. En la búsqueda de poner el personaje en palabras dice que “podría decirse que es una especie de ‘camaleón’. Por un lado, tiene un rol en concreto que es el de la voz de lo establecido como ‘verdad absoluta’ donde habla de un patrón de belleza establecido y cómo ‘debe ser la mujer’ y -por otro lado- encarna los distintos fantasmas que los otros cuatro personajes van describiendo”. Y agrega sobre la obra: “yo la definiría una obra feminista. Hay un grito femenino. Hay una necesidad de rugir y de expresar el repudio por la violencia machista que vivimos todos los días las mujeres. Pisamos fuerte y miramos a los ojos al público”.
En este sentido, la obra teatral Devil es un grito feminista, una forma de hacer pensar las prácticas y miradas que giran en torno al cuerpo de la mujer y el sufrimiento que hay detrás.
Las mujeres corren el telón
El arte siempre ha estado al servicio de los procesos sociales de cambio, ya sea para acompañarlos o resistirse a ellos. El movimiento feminista ha tomado especial fuerza en los últimos años, sobre todo desde el debate por el derecho al aborto seguro, legal y gratuito que tuvo lugar en el Congreso de la Nación este año y que cosechó media sanción al proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en la Cámara de Diputados.
La actriz Lucía Tomas da su visión sobre el lugar que ocupa el teatro independiente en estos procesos de empoderamiento de la mujer. “La militancia se lleva también al teatro. Creo que en estos tiempos que corren, una no puede desvincularse de lo que pasa. Es decir, cada vez aparecen más pibas muertas, ya sea asesinadas o por abortos clandestinos, y una no puede desvincularse de esa necesidad de querer frenar esa violencia con la que nos descartan. Sobre todo, haciendo teatro independiente, que lo hacés por puro deseo. En este caso, por necesidad de decir algo. El cuerpo es el mismo. El que sale a la calle a gritar que no nos maten más y el que se sube al escenario”.
En relación a los desafíos de abrirse camino en la industria teatral como mujer, el conseguir el reconocimiento y el respeto del público y colegas, Lucía Tomas opina que “si te preguntan sobre actores argentinos, lo primero que pensás es Ricardo Darín. Después quizás decís Marilú Marini o Erica Rivas. Y son minas que trabajan igual que Darín. Entonces hay una inclinación marcadamente machista con respecto al arte. Sin embargo, ahora hay más movimiento, por ejemplo Actrices Argentinas, que genera un grito de ‘acá estamos, más fuertes que nunca’. Falta mucho todavía, porque las trabas son muchas. El hombre sigue estando en un lugar de prestigio y reconocimiento marcadamente mayor. Pero en eso estamos. Yo que trabajo en teatro independiente -de las obras en las que estoy- los grupos son mayormente femeninos, y me refiero a escenografía, vestuario, iluminación, vídeo, etcétera. Las mujeres estamos copando espacios y está bueno”.
(Más información en la edición gráfica número 1088 de la revista ANALISIS del jueves 25 de octubre de 2018)