
Nicolás Rodríguez está imputado por abuso sexual con acceso carnal, agravado por el vínculo, en contexto de violencia de género.
N.B. de ANÁLISIS
“Nicolás ‘Taty’ Rodríguez me fisuró atrás, me dio a elegir un desodorante o una botella para meterme. Está en la cárcel por abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”. Las palabras salen a borbotones de la boca de Rita. Necesita ser escuchada, que todos sepan su verdad. Los recuerdos del espanto que vivió al lado de ese hombre no la dejan en paz. Sueña todas las noches con él. Lamenta porque ya no comparte vasos o el mate con nadie, dice que algunos recuerdos le provocan asco.
La historia de Rita se conoció en febrero último. La publicó diario Uno. Desde entonces se siente un poco más a salvo, porque necesita exponerse para protegerse. Tiene ansias de seguir contando lo que le pasó. Es que los hostigamientos y amedrentamientos no han cesado.
El último fin de semana alguien forcejeó la puerta trasera de la casa que habitaba, una vivienda alquilada que debió dejar cuando se plantó con la denuncia y decidió no dar marcha atrás. “Dejé a una amiga cuidándola. El sábado a la noche la perra no paraba de ladrar y escucharon pasos. Pero lo dejaron pasar. El domingo se cortó la luz. En la casa había quedado la hija de mi amiga, una nena de 15 años. La perra otra vez ladraba. Una persona pasó del techo a la churrasquera y de la churrasquera al patio, y ahí empezaron a forcejear la puerta de atrás. La nena empezó a gritar a la perra para que se calme, mientras llamó al 911. Creemos que la misma perra los mordió o los corrió y se fueron”, contó.
“Yo tenía el botón antipánico vencido. Llamé al fiscal, a mi abogada y la Comisaría Segunda. Al otro día recuperé mi botón antipánico, aunque en la audiencia del 12 de marzo se había pedido la renovación. Hice la denuncia. No sé si esto tiene que ver o no con él y con lo que pasó, pero son muchas cosas seguidas”, deslizó la mujer.
Encantamiento y acumulación de tensión
En diálogo con ANÁLISIS, Rita retomó esa historia de violencia. Recordó que el principio del vínculo con Nicolás Taty Rodríguez fue maravilloso. “Teníamos una amiga en común y nos conocimos. Durante diez meses fue la persona más buena del mundo. Él vivía en su casa, supuestamente estaba separado. Su ex pareja le había dejado los hijos a cargo, según decía él. Cuando lo conocí tenía que pintar mi casa. Él me dijo que no metiera a nadie, que él lo haría. Fue súper respetuoso. El problema empezó cuando entró en mi casa, cuando le di permiso para que la pinte. Como terminaba tarde, empezó a quedarse a dormir. Un día encontró en el teléfono un mensaje de Messenger del año pasado. Se enojó y me sacó el teléfono. También me sacó las llaves de la casa. Me dejó privada de la libertad. No tuve Navidad, no tuve Año Nuevo, no tuve sueldo porque me sacó la tarjeta, no tuve aguinaldo”, resumió.
Precisó de inmediato que debía “ir al cajero con él y darle la plata para que se drogue o le compre cosas a sus hijos”. “Cuando iba a trabajar él me acompañaba hasta la puerta. En una oportunidad no me dejó ir a trabajar. Después me dejó pero a donde iba tenía que andar con su hija, para que la nena le contara todo. Mis compañeras de trabajo lo saben y están dispuestas a declarar. Él me esperaba afuera”.
Tiempo después, Rita cayó en la cuenta de que los niños estaban a cargo de Rodríguez porque tuvo con la otra mujer los mismos problemas que estaba teniendo con ella. “Los hijos no están a cargo de él. Esa misma chica me dijo que se cansó del maltrato y despareció. Todo lo que me hizo a mí lo hizo antes a esa mujer. Cuando estaba en medio de ese círculo, ella lo denunciaba pero después no se presentaba porque él la embarullaba”, apuntó.
“Todo empezó el 23 de noviembre y terminó entre el 9 y 10 de enero, cuando fue su cumpleaños. No me quedé esperando un cambio”, dijo tajante.
La noche más larga: estallido de la violencia
El día de su cumpleaños Nicolás Rodríguez “tomó muchas pastillas”. “La madre y su hermana fueron a casa a visitarlo. Estaba muy drogado y le pegó a su hermana y su mamá en mi casa. Tenía celos por su nuevo cuñado. La mató a palos en casa. Yo no podía ayudarla porque no podía defenderme tampoco. Después me dejó encerrada y se fue con un amigo en una moto. Se fue directo a la obra en construcción donde trabaja de sereno el novio de su hermana y lo tiroteó al chico, con un arma que no sé de dónde sacó. Eso fue atrás del Hospital de la Baxada”, recordó.
Tras la gira Nicolás Rodríguez volvió a la casa donde estaba Rita encerrada. “Empezó a discutir conmigo. Encontró un celular del 2017 y me lo rompió en la cabeza, me pegó. Quería tener relaciones. Yo me negaba porque él estaba enronchado, con granos. No sé qué tenía. Como me negaba, me dijo que me metería una botella o un desodorante, me dio a elegir. Me pegó. Me escupió. Me humilló, aunque ya lo venía haciendo. Fue una madrugada eterna. Tenía la cara toda pellizcada”, describió.
A la mañana siguiente fue el padre para hablarlo. “Pensé 'esta es la mía'. Le saqué las llaves y abrí la puerta. Le pedí por favor ayuda al padre, le dije que no me entraba un golpe más, que me había hecho herejías toda la noche, que no tenía teléfono, que por favor llame a la Policía. El padre -que después se hizo cargo de él por la tobillera-, me contestó que eso a mí me gustaba, que si no, salga a la calle y pida auxilio. Apareció él detrás y preguntó qué pasaba. El padre le contestó que no pise más su casa porque le había pegado a la madre, a la hermana, le disparó al hermano y tiroteó a su cuñado comprometiéndole el trabajo. El hombre dejó la puerta abierta y se fue. Taty me preguntó dónde está el arma. Yo no sabía nada, pero le dije que estaba debajo de la cama. Nunca había visto el arma pero quería sacármelo de encima. Cuando se fue a buscarla, salí corriendo”.
Rodríguez se dio cuenta que Rita escapaba y corrió detrás de ella, pero la droga que tenía en el cuerpo fue suficiente para enlentecerlo. “Como estaba muy drogado no podía alcanzarme. Me descalcé, me saqué la remera y corrí para el lado de Avenida Ramírez para que me agarren las cámaras. En la calle pedí ayuda pero la gente no quería meterse. Corrí cuatro o cinco cuadras. Tengo miopía y esa noche él me rompió los anteojos. De repente vi un patrullero y le hice señas. Él pensó que los policías me iban a socorrer y se fue. Yo también pensé que me habían visto pero me equivoqué”.
“Después encontré a una señora me dijo que había visto todo, que llamaría al 911, que vaya a esperar en Ramírez y Cochrane. Vinieron a rescatarme. Les pedí por favor que vayan a sacar a mis hijos de ahí. Los policías fueron hasta la casa y lo encontraron revolviendo todo”, relató.
Denuncia y procedimiento
Rita no dio marcha atrás con la denuncia. No hubo fase de reconciliación ni luna de miel. La mujer estaba decidida. En la Comisaría Segunda la atendieron correctamente. “Una oficial me ayudó muchísimo, me consoló, me dio una remera. A él lo llevaron a investigaciones. Después me llevaron a la Clínica Policial donde verificaron todos mis golpes. La señorita oficial de Policía que me ayudó tanto, le dijo a la médica que me habían violado. La médica policial me mandó a tribunales. Ahí constataron que estaba fisurada. Ahí emitieron la orden de detención. Él ya había llegado a la casa de su mamá. Después su defensora escuchó mi relato. Me explicó que tenía que pedir tobillera porque él no tenía antecedentes penales. Él le dijo a la jueza que debía estar en su casa porque tenía tres hijos a cargo. Eso es mentira. Él le quitó esos hijos a la madre. El fiscal no dejó que salga de Alcaidía hasta que no llegue la tobillera y con eso me ayudó muchísimo”, recordó.
Hostigamiento y amenazas
En simultáneo al proceso judicial que había comenzado, sobrevino el hostigamiento por parte de allegados y amigos de Rodríguez. “Su hermano me gritaba que ya se las iba a pagar. Me robaron. Me amenazaron. Me llegaron audios de él diciendo que me iba a matar, que prefería estar en la cárcel por asesino y no por violador. Lo último fue el forcejeo de la puerta trasera de la casa. La denuncia ya está hecha. La familia de él está a cinco cuadras de esa casa. Yo la estoy pasando mal, estoy con ayuda psicológica y psiquiátrica. Pero lo sueño todas las noches. Estoy pasando por muchas cosas”, expuso.
“En estos días que él estuvo con tobillera, hubo un par de sucesos como cuando él le cuenta a su mejor amigo cómo me iba a matar. Llamé a Asistencia a la Víctima y me dijeron que me presente en Fiscalía, que me conseguían el turno. Después me entraron a robar. Toqué el botón antipánico y la Policía quedó dando vueltas por la zona y sacó a los tipos de la ventana de mi casa, estaban trepándose. El jueves 4 de febrero fui a Fiscalía y conté eso. Me dijeron que ya lo iban a solucionar. El viernes 5 me llamó este grupo de abogados y me dijeron que se harían cargo de mi caso. A las 14 consiguieron una audiencia y a las 16 Rodríguez estaba en el penal”.
Así se refirió Rita a funcionarios judiciales, de la oficina de Asistencia a la Víctima y de sus abogados: Maia y Pablo Obaid y Patricio Cossi. Sólo tuvo palabras de agradecimiento para ellos y para integrantes del MST. “Ellas me visitan, me hablan, me sacan adelante. Una de las chicas se sacó las zapatillas delante mío y me las dio”, remarcó.
Rita cuestionó que Rodríguez no esté en el pabellón de abusadores. “Hay una pericia forense que muestra que me violó. Está en la cárcel por acceso carnal agravado por el vínculo. No sólo está por los 23 golpes que me constataron sino porque me violó, me puso una botella en la parte de atrás y me fisuró. Sé que lo pasaron de pabellón a pabellón. Pero no entró como abusador sexual. Eso no es justo”, se quejó.
“Que difundan su cara”
Por último pidió ser escuchada. “En este momento busco un lugar donde poder guardar mis pocos muebles: tres camas, una mesa, un televisor y una heladera. Tengo que sacar las cosas de ahí, temo que incendien la casa y si eso pasa tendré que hacerme cargo”.
También necesita zapatillas para sus tres hijos. Tiene un nene de 11 años que calza 38; una nena de 7 que calza 34; y un nene de 4 años que calza 30.
“Quiero que los medios difundan su cara, la cara de Nicolás Rodríguez”, subrayó por último.