Los contratos truchos se enfrían en un freezer supremo

Antonio Tardelli
El expediente que investiga la operatoria de los contratos truchos de la Legislatura de Entre Ríos, de donde durante una década se esfumaron millones de dólares, incluye pequeños episodios que permiten apreciar la soltura con que un grupo de individuos participó de una maniobra ilegal capitalizada finalmente por recaudadores y dirigentes inmersos en un irrespirable ambiente de política real.
Mediante un mensaje de whatsapp, un ex legislador justicialista se pone en contacto con el director del Servicio Administrativo Contable de la Cámara de Diputados. Insiste con obtener un contrato para su hijo. Sabe que una persona, el cuñado del ex gobernador Sergio Urribarri, es la clave para el éxito de su gestión.
–Te jodo para que consultes con Juan Pablo Aguilera el monto de lo de mí gurí –le escribe.
El titular del Contable le responde:
–Yo creo que lo de tu hijo está arreglado.
-Ok. A tus órdenes –se despide el político peronista.
Un dirigente de la UCR también se preocupa por los suyos. El ex legislador quiere que le incrementen los ingresos a tres de sus allegados. Para ello –le revela a su amigo funcionario– ya ha conversado con Mauro Urribarri, hijo del ex gobernador, y con el propio Aguilera. Escribe al whatsapp del director del Contable.
–Te reenvío lo que le mandé a Mauro y a Juampi –le avisa.
Y hace profesión de fe.
–En tí confío –le ruega.
No pide tanto. Únicamente pretende que los tres contratos de obra, de 10 mil pesos cada uno, sean llevados “al menos” a 50 mil. Lo otro, se queja, es “una miseria”.
–Lo consulto y te aviso –responde con fraternidad interpartidaria el responsable del Servicio Contable.
El dinero circula. La plata va y viene entre los engranajes de un aceitado esquema de gerentes, prestanombres, cobradores, comisionistas, contadores y recaudadores que revolotean sobre el presupuesto de la Legislatura. Se presume que la política es el destino de lo producido. Pero también los bolsillos particulares.
Un funcionario del Senado se comunica con Aguilera.
–Sigo insistiendo en que esto hay que gastarlo en gatitas –le propone.
La rueda sigue girando. El sistema se reproduce. La corrupción se desboca.
(La nota completa en la edición gráfica número 1128 de la revista ANALISIS del 24 de marzo de 2022)