
Patronato tocó el cielo con las manos en Mendoza y se quedó con uno de los torneos más importantes del fútbol argentino.
de ANÁLISIS
Patronato tocó el cielo con las manos e inscribió su nombre en el fútbol grande de la Argentina. El fútbol, el deporte que más convoca en todo el mundo, tiene algunas de esas cuestiones que son inentendibles para la razón y en pocos días provoca que se pase de la tristeza al éxtasis sin escalas.
Es que hace algunas semanas nomás el equipo perdió la categoría, fue después de batallar durante 27 fechas por la permanencia en la Liga Profesional de Fútbol. A pesar de los 40 puntos cosechados en el torneo, apenas 12 menos que el campeón, Boca, no alcanzó y el plantel encabezado por Facundo Sava debió pagar por los procesos anteriores.
Pero en cuestión de días nada más, y un puñado de partidos en el medio, el Santo le ganó a Talleres, en el estadio Mundialista de Mendoza, y se quedó con la Copa Argentina para estampar así una nueva estrella en su camiseta, la primera de una competición de las importantes a nivel nacional. A lo largo del certamen el equipo de Facundo Sava fue sorteando todos los escollos, entre ellos ni más ni menos que River y Boca, dos gigantes del continente, y lo decoró de la mejor forma con una victoria ante Talleres, un equipo siempre complicado y que llegó por segundo año seguido a la definición del certamen federal.
Así la Savaneta, como bautizaron al equipo del Colorado, se clasificó a la fase de grupos de la Copa Libertadores de América de 2023 y, antes, jugará la Supercopa Argentina frente a Boca, ni más ni menos que en Abu Dhabi, ni más ni menos.
Sin dudas que fue una noche de domingo histórica, e inolvidable, para Patronato y su gente, pero también para el fútbol paranaense y también entrerriano. Se trata de una vuelta olímpica que traspasará generaciones y que vuelve a poner en el candelero que el fútbol es un vaivén constante, que en cuestión de semanas se puede morder el polvo de la derrota y enseguida nomás llegar a la cúspide, sin escalas.
Claro que también lo de Patronato también marca un mojón en el fútbol de este país, exitista por cierto y que no admite derrotas, mucho menos descensos. El hincha de Patrón le mostró todo el reconocimiento y el amor a un equipo que batalló, pero no le alcanzó, y la respuesta fue empática. De hecho, y a pesar de la pérdida de la categoría, el hincha de Patronato le mostró todo su amor con un importante acompañamiento a San Juan para jugar en semifinales ante Boca en un día de semana. Y en cuestión de horas los mismos simpatizantes se organizaron, junto con el club que también puso lo suyo, para armar una caravana gigante, casi sin precedentes en el fútbol entrerriano, y viajar a Mendoza para alentar al equipo que la final frente a la T.
En este sentido, las redes sociales fueron un termómetro ineludible para observar todo lo que generó en el hincha el equipo de Sava y compañía. Fue la devolución a un equipo que dejó todo en la cancha, que se entregó en cada pelota, que ganó, perdió y empató, que fue literalmente hurtado frente a Barracas Central y que se encargó de voltear a Boca, San Lorenzo e Independiente, por citar algunos casos nada más.
Es por eso que el gol de Banega, un entrerriano que la peleó desde el fútbol de ascenso en Defensores de Pronunciamiento, pasó por Racing y llegó a Patronato, representa de manera perfecta lo que fue la campaña del equipo en 2022: entrega, lucha y corazón. En contraprestación recibió la caricia de la Copa Argentina y el pasaporte a codearse con los mejores equipo del continente el año que viene. El contraste será que deberá recorrer el país para jugar la Primera Nacional y soñar con la vuelta a la elite. Pero eso ahora poco importa: Patronato logró una vuelta olímpica soñada y de alguna manera borró del mapa a los equipos más poderosos del fútbol argentino.