
Tras una mala primera rueda, Patronato indudablemente tendrá que mostrar un líder.
Ezequiel Re (especial para ANÁLISIS)
Corría el año 2006. Patronato merodeaba la mitad de tabla del Torneo Argentino B, con un plantel gasolero y poco eficaz en el arranque del ciclo.
Así llegó a un partido un domingo por la mañana, en San Francisco y ante Sportivo Belgrano. El resultado fue un tibio empate en el que el rojinegro contó con las mejores opciones. Quien esto escribe, a suerte de corazonada o suponiendo que el proceso se podía enderezar, escribió una editorial en un matutino local bajo el título “Lo mejor está por venir”, que mereció una andanada de críticas negativas, teniendo en cuenta el presente deportivo.
Pero, esa temporada Patrón alcanzó la semifinal del certamen y de no ser por los penales que le jugaron en contra ante Rivadavia de Lincoln acaso habría llegado a la final y ascenso al Argentino A. La gente se movilizaba y creía.
Pasaron técnicos, jugadores y un tiempo después no muy lejano los objetivos fueron logrados. ¿Responsables? Sin dudas el entrenador Luis Murúa en aquel 2006 ausente de expectativas. El técnico patagónico los rodeó de coraje, tácticas y le cambió el chip mental. Un plantel antes deprimido, pasó luego a comerse las canchas del fútbol argentino. Murúa fue un líder y varios de aquellos jugadores luego le siguieron los pasos, transformando un vestuario perdedor en ganador. Ello explica los ascensos, amén de los procesos deportivos y la calidad de jugadores que conformaron los planteles. La esencia y el espíritu no se cortó hasta estos tiempos.
Se marcará que un líder puede ser un dirigente, un técnico, un ayudante de campo, el capitán del equipo, o un jugador que a la calidad deportiva le suma la humana para traccionar al resto. No es líder, al margen de su estilo y técnica, quien en el partido hace gestos de reprobación porque no le pasan la pelota o en el vestuario fustiga a su compañero.
Por eso, en estos momentos, en Patronato, sin dudas que al margen de la necesidad de un “2” con salida, volantes que hagan circular la pelota y el famoso “9 de área”, indudablemente se necesita un líder. “Cuando el liderazgo es eficaz activa el profesionalismo”, sostiene Jorge Valdano en su libro Los 11 poderes del Líder.
Entre las cuestiones que tiene que resolver Patronato en la Primera Nacional, donde se fue al descanso tras la primera rueda ocupando el último puesto, indudablemente tendrá que mostrar un líder. Se dice que en fútbol cuando uno se acostumbra a perder es difícil cortar esa cadena. Lo mismo si la victoria es aliada. “Ganar trae ganar”, dice Valdano aludiendo en el mismo texto a una frase del entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone.
Se puede decir que lo mejor que le pasó a Patronato en esta temporada es que haya terminado la primera rueda y venga un breve parate. Y el mensaje se puede reconsiderar. En lugar de lamentarse al decir que “el equipo tocó fondo”, mencionar que ahora será tiempo de levantar, salir adelante, porque más bajo ya no caerá. Si bien hace ruido la palabra descenso directo en la que se encuentra hoy, al menos cinco elencos están casi en la misma línea. Salir se puede.
La llegada de Emanuel Dening para cambiar la cara ofensiva ya es un buen síntoma. La pretemporada doble turno también. Llega el tiempo de reiniciar el chip. Hoy el objetivo está puesto en salir del fondo de la tabla, olvidarse de la palabra descenso y mirar con otro semblante las últimas fechas. A lo mejor, quién te dice….
Que el panorama es difícil, sí. Pero nada se va a solucionar con la crítica agria, el manifiesto en redes sociales o el pedido de que se vayan todos.
En una provincia que se cae a pedazos en resultados colectivos deportivos, Patronato sigue adelante sin renunciamientos. Con o sin errores. Con o sin explicaciones sobre actos deportivos y económicos. Pero con la convicción que nadie quiere irse al Federal A. Para explicaciones y cambios o no de rumbo, habrá tiempo.