Sección

Los habíamos cuidado tanto

Esparcimiento

Sobre el gataflorismo argentino.

Por J.C.E. (*)

No fue -no es- una tarea fácil enfrentarse a una pandemia como la que padecemos los habitantes de buena parte del mundo.

El Presidente argentino, Alberto Fernández, explicó de todas las maneras posibles que privilegiaría la salud por sobre la economía; esto en un país que hace agua en ambas disciplinas.

Hemos referido en columnas anteriores que la angustia que provoca el encierro y la ansiedad que se genera cuando se cuentan los días que faltan para recuperar la calle, la vida, las actividades que nos definieron como personas libres en la sociedad irían desgastando las posiciones inflexibles que el gobierno toma para garantizar el cuidado y la protección de nuestra salud.

En ese tire y afloje aparece una leve ventaja para los partidarios de mayores flexibilidades y Alberto Fernández anuncia medidas para descomprimir tensiones y otro problema dentro del mismo ámbito entra en escena y produce otro tire y afloje.

Las flexibilizaciones anunciadas por el Presidente no cayeron  bien en vastos sectores de la sociedad, incluyendo a no pocos que las reclamaban.

Mientras se redacta esta columna los gobernadores de Misiones, Mendoza y Santa Fe han anunciado a la autoridad nacional que no pondrán en práctica el permiso de esparcimiento de una hora diaria habilitado por Presidencia y es probable que cuando esto se publique se cuente con nuevas adhesiones a la posición adoptada por los dirigentes del interior.

No se entiende -dicen-, cómo después de tanto celo en el cuidado de la salud de la población, ahora, sin demasiados elementos que desde la ciencia respalden la medida, se les abre la puerta para ir a jugar.

En España, cuyo posicionamiento respecto del tema que nos ocupa se parece bastante a la decisión argentina, han tildado de “Responsabilidad Cero” a los garantes de la salud en la península. Mucho hace prever que los argentinos tomarán el mismo camino. “Palos porque bogas, palos porque no bogas” reza un antiguo dicho español.  Así debe sentir que le van las cosas a Alberto Fernández en medio de tantas fricciones. No es liviana la mochila que se cargó en la espalda y en política, ya sabemos: “te acompaño sólo hasta la puerta del cementerio, de ahí en más te las arreglás solo, no me voy a inmolar con vos”.

Salidas diarias de una hora y a no más de quinientos metros de la vivienda es lo que autorizó el gobierno, pero una vez más el clásico gataflorismo argentino mostró lo más desagradable de su condición.

No abogamos desde aquí por la iniciativa presidencial, nos parece un riesgo innecesario, pero tampoco acompañamos las posiciones de los negadores consuetudinarios.

El secreto está en lograr el equilibrio, pero  el equilibrio hasta ahora no aparece.

A veces en circunstancias como estas recurrimos al célebre discurso de  José Ortega y Gasset: “¡Argentinos, a las cosas!”.

(*) Especial para ANÁLISIS.

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