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Abrir los clubes disminuye circulación en espacios públicos y mejora el control del Estado

Recreativo Bochas Club

Una decisión inminente que colaboraría con el equilibrio necesario entre combatir la pandemia y realizar actividad física.

Por Juan Cruz Butvilofsky*

Una de las pocas cosas que han quedado claras con esta pandemia es que los análisis respecto a lo que ocurre son dinámicos. Una medida eficaz para un determinado momento, puede dejar de serlo cuando el contexto cambia.

El Estado viene afrontando el combate a la pandemia con una fuerte presencia del paradigma de la reducción de daño, algo de lo que hablamos hace un tiempo y es justamente esta la perspectiva la que debe seguir guiando las decisiones.

Ya son varias las señales del gobierno provincial que van en sentido de la apertura de los clubes para la realización de entrenamientos reducidos, aún en deportes colectivos. Esta decisión -que aseguran, sería la próxima a adoptar- es acertada porque puede mejorar dos variables clave en el combate a la pandemia: reduciría la población que acude a espacios públicos y mejora la capacidad de control del Estado.

Además, cabe recordar que hay clubes ya autorizados a abrir sus puertas para los entrenamientos de deportes individuales. Resta que se autoricen los entrenamientos de los deportes colectivos. Cabe recordar que provincia acude a Nación para solicitar excepciones en la apertura de los clubes, hasta el momento cerrados por decreto presidencial. 

Permitirle a lxs deportistas amateurs retornar a sus clubes implicaría que abandonen, en alguna medida, los entrenamientos en los espacios públicos donde se juntan con aquellxs deportistas que no pertenencen a ningún club o cuyas actividades no están vinculadas con instituciones deportivas.

Quienes practicamos deportes colectivos estamos entrenando en los espacios públicos y dejaríamos de hacerlo si nos abren las instituciones deportivas y mejoraría la densidad de ocupación de los espacios públicos.

Pero además de esto, abrir los clubes es un avance en la capacidad de control con la que cuenta el Estado. Los entrenamientos se realizarían con los protocolos de cada actividad y cada institución, contando una parte de los clubes con personal propio para garantizar medidas de higiene. Además, el Estado -como pasa con los sectores comerciales- podrá controlar con mayor facilidad el cumplimiento de dichos protocolos. En estas condiciones, se presenta un escenario que parecería más efectivo para combatir la pandemia.

Está claro, este análisis no desconoce las desigualdades que hay entre las propias instituciones deportivas: no es lo mismo el Club Atlético Estudiantes que aquellas instituciones barriales que cuentan con serias dificultades económicas y sobre todo de estructura. Aún así, con protocolos accesibles y si es necesario un respaldo estatal destinado a los necesitados, mejora la situación actual.

Otra de las desigualdades tiene que ver con el gran porcentaje de la población que no tiene acceso a los clubes pero si tiene la necesidad de realizar actividad física y deportiva. Esta necesidad se puede observar en cada potrero de nuestra provincia, donde todos los días se observa que se juega al fútbol sin que esté permitido. Esto es una muestra que la prohibición no impide la práctica y que no hay forma de que la Policía pueda controlar el cumplimiento.

Esto último quizá representa un mayor desafío para las autoridades, porque están ante un panorama donde deben reducir riesgos en una actividad que ocurre a pesar de que no está permitida a nivel nacional y en un contexto donde el personal policial está sobrecargado de tareas. Quizá deba reforzarse con el aporte de otras áreas gubernamentales de cada Municipio, que pueden colaborar con el trabajo en el territorio con puestos preventivos que recuerden el distanciamiento social, brinden información y estén presentes en esos lugares.

*Dirigente deportivo, deportista amateur y periodista de ANÁLISIS.

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