Maradona, su médico, el Papa y Spinoza
En la historia universal de la infamia todos los poderes sagrados han hecho que los avances humanos tuvieran siempre un carácter furtivo. En el siglo XVI el anatomista flamenco Vesalio robaba cadáveres en el cementerio de Padua, y abría los cuerpos de asesinos recién ejecutados para hurgar en los misterios de la vida. Así la humanidad se enteró donde tenía el hígado y la vejiga, el páncreas y el corazón. Aquellas incursiones nocturnas le franquearon el acceso al Parnaso de la modernidad.