Los años 90 y el fútbol

Central-Newell’s: la ciudad goleada

Edición
662

Carlos del Frade
(desde Santa Fe)

Ciento cincuenta jugadores vendidos, un campeonato muy de vez en cuando, más de 100 millones de pesos en deudas y los dos clubes en convocatoria de acreedores son la síntesis de las mayores identidades populares de la ciudad, Newell’s y Central. Patrimonios colectivos privatizados, hinchadas seguidoras y sin mucho más que su amor incondicional y dirigentes enriquecidos en medio de la caída en picada de las instituciones. Síntesis de los años 90. Clara expresión del saqueo sufrido en todos los niveles existenciales durante aquella década y que se continúa en el presente. Lo que sigue es una síntesis del próximo libro de investigación periodística que el autor de esta crónica presentará en la Sala de la Cooperación, Urquiza 1.539, el jueves 7 de julio, en dos turnos, 20.30 y 21.30, en la ciudad de Rosario. Detrás de este despojo al pueblo de la ciudad están involucrados todos los poderes republicanos que dejaron hacer semejante atropello contra las mayorías. Un libro y una nota que hablan de fútbol sin hablar de la pelota. Porque el negocio de la pelota está manchado, más allá de la frase de Diego Maradona. Rosario es una prueba de ello. En el fondo, se trata de un ensayo más de la violenta burguesía medio pelo que asomó durante los tiempos del menemismo rubicundo.

Éste es un libro de fútbol sin hablar de fútbol. Un libro que forma parte de la historia de los años 90 que continúa en estos días. Y que arranca con algunas postales de los años 70. Postales futboleras y por lo tanto, sociales, políticas, culturales, existenciales. Porque casi nada del presente puede explicase sin hablar de aquellos años de sueños colectivos inconclusos y pesadillas impuestas.

En abril de 1974, la Selección Rosarina de Fútbol le ganó a la Nacional por 3 a 1, con baile incluido. Carlovich, Kempes y Zanabria demostraban por qué la ciudad era considerada por aquellos años la capital nacional del fútbol.

En las tribunas de la cancha de Newell’s, canallas y leprosos cantaban juntos sin olvidar jamás su tradicional rivalidad. Pero gozaron del fútbol que desplegaban sus jugadores. No se pelearon entre ellos. Fue un momento diferente en un momento también diferente del país y la región. Había otra conciencia política y se sabía que más allá de las camisetas, en la cancha grande de la historia, los hinchas rosarinos peleaban juntos contra las minorías del privilegio. Y en la cancha chica, los dos venían de triunfo en triunfo. Tanto Central como Newell’s.

Nunca más se hizo un partido similar. Nunca más la ciudad volvió a ser lo que era. Salvo cuando se reinauguró el estadio de Central, previo al Mundial de 1978, en plena noche carnívora. Pero allí vino la Selección Juvenil y se enfrentó con un equipo rosarino sin nombres conocidos. Cuando en mayo de 2005 reapareció la Selección Juvenil Sub 20, el espectáculo en las tribunas fue otro. Los jugadores de Central y Newell’s eran silbados de acuerdo a las pasiones de los que habitaban las tribunas.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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