El reportaje impertinente: Norma Torres, trabajadora sexual

“Decir prostituta me lastima: esto para mí es un trabajo”

Edición
734

Claudia Martínez
(especial para ANALISIS)

Tiene 43 años y comenzó a trabajar a los 24. Hoy milita en la Ammar, que agrupa a las meretrices de la provincia. Dice que va a ejercer la profesión más vieja del mundo hasta que haga su casa. Reconoce que aumentó la prostitución en la provincia y que hoy pueden trabajar tranquilas.

La casa está metida para adentro. Es simple, sencilla, con un garaje y un jardín con pocas flores. Modesta, pero digna. Norma toma mate en la cocina y se levanta a atender la puerta. Mientras Leo Mattioli suena en la computadora de su hija, el resto de los gurises juega en la pileta de lona, desparramando agua para todos lados para mitigar los más de 35 grados que azotan a la ciudad. Norma Torres es diamantina pero hace años que vive en Paraná y ejerce la profesión más vieja del mundo. Se hizo conocida por su militancia en la Asociación Mujeres Meretrices de la República Argentina (Ammar), que ya tuvo su primera víctima: la dirigente rosarina Sandra Cabrera. Hoy, en Entre Ríos, tienen una lucha sin igual y con logros importantes. Esa lucha es encabezada, entre otras, por Norma, que sentada en la cocina de su casa cuenta los pormenores de una vida llena de rebeldía y decisión.

“A mi marido lo conocí acá en Paraná, no haciendo trabajo sexual: lo conocí en un baile. Comencé armando una amistad, luego vino el amor y nos juntamos”, relata, mate de por medio.

El ventilador apenas alcanza a apaciguar tanto calor. La cocina está presidida por una imagen de Santa Rita. Norma parece devota a juzgar por esto y por el anillo rosario que tiene en su mano izquierda.

Sus hijos tienen 27, 24, 23, 18 y nueve años, entre varones y nenas. Con ella viven dos, los más chicos, que entran a la cocina con total naturalidad. Su marido es remisero.

-¿Él entiende tu trabajo?
-Él la tiene clara, sabe que soy una trabajadora sexual. Antes de formar mi pareja ya era lo que soy. En el momento que él a mí me conoce no trabajaba. Cuando me separo, que tuve cuatro hijos a cargo, tenía que salir a trabajar. En ese entonces tenía 24 añitos. Era un pendeja. Me casé a los 14.

-¿Saliste a trabajar de esto porque no tenías otra opción?
-No era que no sabía hacer otra cosa, a mí no se me cae nada. No tengo vergüenza si tengo que ir a refregar un piso o a lavar pañales de un chico que no sea lo mío. Pero me había quedado sin techo, me había quedado sin nada, porque la Justicia había fallado a favor de mi marido. Porque en esa época, el juez que agarra la causa era amigo de la familia de mi esposo. Como había amistad salió a favor de él. Pero yo no quería volver más porque era violento, me pegaba. Si él decía negro, yo tenía que decir que era negro. Sufrí mucho maltrato y llegó un momento que dije basta. Agarré a mis hijos y me vine a Paraná. Alquilé en una pensión. Ahí dije “tengo que conseguir algo”. Pero no conseguí nada…

-¿Quién te largó al mundo de las trabajadoras sexuales?
-Conocí a una señora que era trabajadora sexual que vivía al lado de mi casa (Alicia), me dijo que trabajaba en la calle. Me explica. No me convence, me dice que con su trabajo estaba criando cuatro hijos. Con eso no te digo que te pares en una esquina, pero pensalo: no tenés para comer, no tenés para pagar el alquiler. Esa señora me enseñó a cuidarme, como enseñaba a las mujeres de antes. Me decía que me fijara con quién subía. Nosotros somos algo que se prueba y tienen que volver. Cada 15 días me hacía análisis particulares. Hace un par de años no se trabajaba en prevención.

-¿Qué consejos sexuales te daba?
-Que me higienizara, que me controlara, que controlara al cliente, que corriera el “cuerito”, que lo mirara… Si veía algo que no era normal, que le dijera que no lo iba a atender. Hoy es distinto: hay folletería que vos tenés para entregarles a las compañeras o les podés explicar a alguna que no sabe leer. No te digo que todas no saben leer, pero algunas hay. La que no sabe es porque los padres las han abandonado. La mayoría sabe todo, leer y escribir. Hoy cuando hacíamos campaña con el tema del Día Internacional del Sida pensaba que quién iba a pensar que iba a haber trabajadoras sexuales repartiendo profilácticos…

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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