Siempre hubo un plan perverso

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748

Daniel Enz

Nada fue al azar. Todo estuvo enmarcado en un plan perverso, a costa de cientos de miles de despedidos del ferrocarril, del ahogo a empresas familiares, del ingreso de dinero sucio proveniente de la corrupción o los grandes negociados y del apropiamiento de esas firmas de transporte que se fueron trasladando de generación en generación. Nada importó; ni la impotencia de familias históricas que tuvieron que relegar el trabajo de toda una vida, ni las muertes que día a día van poblando nuestras rutas argentinas. El negocio venía atado con las empresas del neumático, automotrices, peajes y había que llenar de autos, camiones, micros, las rutas y calles argentinas. Eso fue lo que sucedió con el cierre de los ramales ferroviarios a principios de los ‘90, a poco de desembarcar Carlos Menem en su primera Presidencia de la Nación. Y casi 20 años después no es extraño que la figura de su hermano, el siempre senador nacional Eduardo Menem (PJ-La Rioja), aparezca con su coqueto estudio jurídico porteño, detrás de cada una de las operaciones comerciales, donde el grupo Flecha Bus siempre termina quedándose con una empresa de colectivos. Que pocos lo quieran ver -porque este semanario ya había denunciado tal situación en marzo de 2005- es otra cuestión, pero muchas veces las casualidades no existen.

Desde principios de la década de 1990 -o sea, casi coincidiendo con el cierre de los ferrocarriles en nuestro país-, comenzó a crecer de manera asombrosa la pequeña firma que llevaban adelante los integrantes de la familia Derudder, oriundos de Colón. O sea, la misma ciudad donde, en esa misma época, hubo fuertes inversiones en tierras de parte de estrechos colaboradores del menemismo, como el caso del ex director nacional del Registro de la Propiedad del Automotor, Mariano Durand, quien llegó a gastar más de 4 millones de dólares en hectáreas entrerrianas, adquiridas en los departamentos Colón y Uruguay, aunque los productores de la zona siempre señalaron que la cifra era dos veces superior. Durand siempre fue considerado como un hombre de buena relación con el ex senador nacional Eduardo Menem (PJ) y el ex secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan. O también se pueden recordar los movimientos que durante esos tiempos tenían allí la ex cuñada del jefe de Estado, Amira Yoma, y su entonces esposo Ibrahim al Ibrahim, ligados al negocio del narcotráfico.

Desde entonces, los allegados a los hermanos Derudder -administradores de algunas de las empresas de Flecha Bus- o los propios empresarios entrerrianos, fueron aplicando un plan perfectamente delineado: había que ir cercando a las firmas entrerrianas del transporte primero, seguir con las de Santa Fe y luego con las de otras provincias. Presionarlas, hacerles sentir el poder -con algunos premios a inspectores o a funcionarios de cada lugar, de cada parte del territorio nacional-, llevarlos a la quiebra, ingresarles dinero fresco proveniente de la corrupción menemista, darle los avales para lograr créditos en diferentes bancos y no dejarles salida a la hora de tomar completamente las empresas. A la mayoría de los empresarios siempre lograron hacerles tirar la toalla. Fueron pocos los que siguen resistiendo o resistieron una lucha dura, sanguinaria, cuasimafiosa, en estos últimos 15 años. En Entre Ríos sobrevivieron la empresa Basa (ahora en sociedad con otro grupo, que compite con Flecha Bus) o Jovi Bus, una firma de Gualeguaychú que lucha a capa y espada y que con la concietización y apoyo de la gente de su terruño no permitieron que cayera en las poderosas garras del pool.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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