Arde la interna en Sportivo Urquiza

La Floresta no late, tiembla

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Marcelo Comas

Sportivo Urquiza vive horas cruciales en cuanto a su futuro deportivo e institucional. Dos postulantes pugnarán por la conducción del club. Aníbal Vergara, histórico dirigente de esa entidad, asoma como candidato natural a quedarse con la primera magistratura. En la vereda de enfrente, el sector opositor espera la aprobación de los balances de la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas para convocar a los socios a Asamblea, paso previo a la renovación de autoridades. Si bien el club no tiene un presidente visible, Ricardo Caminos maneja la transición desde el anonimato, acompañado por algunos socios. El remate, siempre latente, amenaza con hipotecar el futuro de La V Azulada. Ambas agrupaciones afirman que las cuentas están saneadas. Una lucha de poder en un club con muchas carencias y a la vez, sinónimo de gloria.

Sportivo Urquiza se caracteriza por ser una entidad tradicional, que contiene a una populosa barriada de la ciudad de Paraná. La principal actividad deportiva es el fútbol, donde confluyen 600 chicos en diferentes categorías. Esa enorme masa de deportistas que cultiva el deporte rey hizo que las inferiores del club de La Floresta se convirtieran en una usina generadora de valores que nutren la Primera División, los diferentes clubes de Paraná y, en última instancia, de futbolistas que emigran a instituciones que militan en Primera División de AFA.

La pasión de los gurises por el fútbol es tal que es habitual encontrar en la zona una incalculable cantidad de potreros donde se forman futuros talentos. El ejemplo más claro de esa escuela es el actual defensor de Patronato, Walter Andrade, hoy ídolo del Rojinegro pero ayer nomás símbolo e hijo dilecto del club. Todos los chicos pertenecientes a las categorías formativas sueñan con alcanzar un lugar de privilegio y nadie puede truncarles esa ilusión.

Focalizando el análisis en la realidad institucional, la debacle de Sportivo Urquiza en materia organizativa encuentra su origen en momentos en que el ex presidente Saúl Andrade pegó el portazo. Por diferentes motivos, el dirigente prefirió dar un paso al costado y enseguida tomó la posta Ricardo Caminos. Pero hace unos meses no existe un presidente visible, ni mucho menos quien maneje los destinos de una de las entidades históricas de la zona oeste de la capital entrerriana.

Versiones cruzadas

El 20 de noviembre de 2007 la Lista “La Floresta no late, tiembla”, encabezada por el dirigente Aníbal Vergara, solicitó a la Comisión actual un detalle de los socios activos de la institución. En un relevamiento llevado a cabo por la mencionada agrupación se pudieron contar más de 120 personas. Ése era el paso previo a la Asamblea General Ordinaria para la renovación de autoridades. Sin embargo, cuando estaba todo planeado para realizar elecciones el pasado 9 de diciembre de 2007, la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas (DIPJ) determinó que los papeles no estaban en regla y no autorizó ese acto por no estar aprobado el balance definitivo.

Sectores ligados a Saúl Andrade afirman que durante su gestión quedaron dos balances en regla, mientras que la actual conducción desmiente la veracidad de esos dichos. Lo cierto es que la cuestión legal todavía no se ha regularizado, y en caso de no arribar a una pronta solución el tema puede dilatarse y extender la acefalía.

Si bien el grupo de trabajo que encabeza Aníbal Vergara promueve la unidad y la continuidad de una propuesta que incluya a los sectores más desprotegidos de la zona de La Floresta y los barrios aledaños, otro movimiento interno pide a gritos una renovación. Una vez que la DIPJ normalice la situación del club, deben transcurrir 48 horas para fijar la fecha de la Asamblea General Ordinaria. Acto seguido, es necesario exhibir durante 15 días en los principales medios de prensa de la capital entrerriana y en el Boletín Oficial la convocatoria promovida por un grupo de socios. Transcurrido ese tiempo, se convoca a elecciones entre las listas que se postulan a comandar los destinos de la institución. Los socios que conforman la lista de aportantes deben por lo menos tener un año de antigüedad para estar en condiciones de participar del acto eleccionario.

Según pudo saber este semanario, el movimiento disidente tiene como objetivo presentarse a elecciones una vez que se normalice la situación ante la Dirección de Personas Jurídicas y en caso de contar con el aval de los socios, peleará la presidencia.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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