Dolores de parto 2009

El tempestuoso tránsito de los entrerrianos por el primer año de gestión justicialista fue cruzado por una serie de acontecimientos con derivaciones aún impredecibles. El pulso provincial en casi todo momento estuvo anclado a las decisiones del cristinerismo absolutamente extraordinarias para el oficialismo “oficialista” y decepcionante para el resto. Al feroz cachetazo del campo de la mano del “traidor” Julio Cobos para las supremas huestes que manejan el país le sobrevino en nuestra provincia la interna peronista en franca y sostenida marcha y la floración de una Legislatura belicosa como pocas veces se ha visto. La reforma de la Constitución Provincial fue el hecho histórico institucional más relevante de un año que terminó al galope del virulento conflicto docente, con nada menos que 20 paros en los últimos cinco meses. El gobernador Sergio Urribarri amasó su primer año de gestión de viaje en viaje, al calor del poder central y lejos de cualquier rebeldía “federalista” que pudiese haber enviado al ostracismo político a él y a la provincia. La mayoría de los indicadores sociales y económicos no ayudan al entusiasmo oficial que fuertemente apuesta a que el alineamiento con los Kirchner se traduzca en un futuro promisorio para Entre Ríos. Hoy, todavía, todo está como era entonces.
Hugo Remedi
Inexorablemente, los días que pasan van marcando el ocaso de 2008. Un año sobre el que los manuales dirán en el futuro que se reformó la Constitución Provincial y que Entre Ríos fue uno de los territorios que más se enfrentó con el poder central a partir del firme reclamo de sus productores agropecuarios. Habrá seguramente entonces un análisis lineal de los acontecimientos que surcaron la provincia en este tiempo que, sin embargo, no tendrán la misma valoración a la hora de predecir sus impactos en el tejido social entrerriano en lo inmediato. No es aún tiempo de que la reforma constitucional vaya a modificar la vida de los entrerrianos. Aprobada poco tiempo atrás hoy se encuentra en su etapa de reglamentación y luego de cumplimentado este paso sí vendrá el momento de evaluar su trascendencia.
El año pensado como el de la reforma para Entre Ríos terminará surcado por las derivaciones de una crisis imprevista, como fue el brutal conflicto entre el gobierno nacional y el campo. A la espera, como para empalmar tragedias, de los efectos de la crisis internacional. Todo vino finalmente, a coincidir con el primer año de gestión tanto del gobierno nacional como del provincial, usualmente caracterizado como de transición en paz si la sucesión democrática está teñida de los mismos colores políticos entre el que deja y el que asume. Así como Néstor Kirchner dejaba lugar a otro Kirchner en la Nación –como el caso de su esposa Cristina Fernández–, en Entre Ríos Jorge Busti dejaba su lugar a un hombre político de su riñón: el ex ministro y ex diputado provincial Sergio Urribarri.
La casa estaba en orden. La sucesión se preveía sólida y orientada a fortalecer el hegemonismo kirchnerista en la Argentina y los liderazgos ya instalados en las provincias. Y el que no lo ostentaba, en ese caso, lo hacía tremendamente sencillo y se sumaba al transversalismo borocotiano que proponía el matrimonio presidencial. Así nació Julio Cobos en el mundo Kirchner. Así también les terminó yendo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)