“Ante la pérdida de un ser querido somos todos iguales”

Soledad Comisso
“Era una persona con muchas pilas, con muchas ganas de vivir y que siempre estaba feliz”, dice María Carolina Giménez mientras deja entrever la emoción que le produce recordar a su hermano Miguel Ángel, un aviador paranaense que falleció durante la guerra de Malvinas, “justo el día después de cumplir 28 años”. Con voz serena, María cuenta que aún extraña a su hermano: “Éramos muy compinches, teníamos una relación muy especial y éramos muy pegados”. Uno de sus hijos, que hoy tiene 10 años, se llama Miguel, en honor a su tío. Ella realizó dos viajes a las islas, uno en 1986 y otro en 1991. De esa experiencia recuerda el respeto que le brindó la gente del lugar y el sentimiento de dolor que le produjo entrar al cementerio de Darwin.
Sus palabras reflejan una realidad que muchas personas viven al recordar cada día a sus familiares perdidos en la guerra de Malvinas.
-¿Cómo fue el sentimiento de ser los primeros argentinos que llegaron a Malvinas después del conflicto?
-Fue una experiencia tremenda en todo sentido, no sólo por lo que significaba estar allí y ser los primeros en llegar, sino que uno tiene otra imagen de las cosas a lo lejos. Cuando ves las cosas de cerca te das cuenta de que todos sienten lo mismo, porque ante la pérdida de un ser querido somos todos iguales. La gente que vivía en Malvinas nos transmitió un gran respeto por nuestras pérdidas y vi que también había gente a la que le había pasado lo mismo que a nosotros.
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