El buzón de las historias íntimas

Por Luis María Serroels
(especial para ANALISIS)
Esta nota se ha decidido redactar en primera persona del singular. Porque a diferencia de la primera persona del plural que caracteriza nuestros habituales trabajos, existe una razón muy especial para publicarla y la necesidad de ratificar una postura personal respecto de una cuestión tan arraigada en mi alma, motivadora de sentimientos de profundo amor por el ideario malvinense. Fueron días luctuosos pero cargados de gloria de argentinos que fueron a defender el suelo nacional para honra de la patria de todos los argentinos.
Reseña pre-desembarco
Corría el mes de marzo de 1982. Pero hacía ya dos años que la diplomacia inglesa no mostraba signo alguno de interés por el archipiélago y el destino de sus habitantes. Así se arribó al otoño del 82, en que tras el retiro de importante material bélico de defensa y las dificultades que tendría el gobierno colonialista para responder a una ocupación en virtud de la distancia, el gobierno militar consideró oportuno el desembarco. Pero además, no fue ajena a esta actitud la necesidad de ganar consenso popular y galvanizar a la opinión pública en torno de una idea que nadie dejaría de lado.
Precipitó la decisión el izamiento de una bandera argentina en unas instalaciones balleneras ubicadas en Georgias del Sur, cosa que irritó a la Cancillería británica, que envió al buque Endurance con 24 soldados de Marina para lograr que el paño fuera arriado.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)