Entrevista con Miguel Augusto Carlín

“Nunca corté la boleta del justicialismo”

Edición
839

Miguel Carlín fue senador provincial, vocal del Superior Tribunal de Justicia y convencional constituyente, entre otros cargos. Hoy, ya jubilado, se dedica a la docencia en diferentes cátedras de universidades e institutos. Cuando responde al reportaje, se pone de manifiesto su pasión por la docencia: explica detalladamente cada tema, analiza y contextualiza con datos históricos. Dice que siempre tuvo “la suerte de haber elegido lo que quería hacer”, aunque algunas cosas “evaluadas en el tiempo son objeto de un reanálisis”. No se arrepiente de haber dejado la actividad profesional para entrar en el Poder Judicial y cuenta que participar de la reforma de la Constitución provincial le generó mucha satisfacción. Recuerda con mucho dolor el golpe de Estado de 1976 porque perdió a varios amigos, pero eso le dejó una marca muy importante para defender “la libertad y los derechos humanos”.

-¿Se arrepiente de algo que hizo en su vida?
-De muchas cosas me arrepiento. Porque decir que todo lo que uno hizo está bien no es cierto; todas las personas dan pasos que, evaluados en el tiempo, son objeto de un reanálisis. Pero indudablemente cada uno tiene motivos por los cuales arrepentirse, nadie es fruto de la perfección.

-¿Hay otra cosa que hubiera querido hacer y nunca hizo, además de ser político y magistrado?
-Es probable que sí, porque cada vez que uno recorre un camino y toma algún cargo, piensa por qué dejó otro. Hay pasos en la vida que son importantes y cuando se produce el ejercicio de una actividad por un tiempo más o menos estable, se acostumbra y se hace una adaptación de todo aquello que se relaciona con la misma, pero se dejan de lado otras cosas. Por ejemplo, cuando entré en la Justicia, en un primer momento pensé que dejando de lado el ejercicio de la profesión había perdido mi libertad; luego, cuando me jubilé, pensé en todo lo que dejaba atrás; por lo tanto, uno siempre se replantea lo que dejó de hacer. Pero no me arrepiento en haber dejado la actividad profesional para entrar en la magistratura, así como tampoco me arrepiento de haber dejado otras actividades para poder participar de la Convención Constituyente porque me generó mucha satisfacción. Y ahora que me estoy dedicando nuevamente a la docencia no me arrepiento de haber dejado otras cosas, porque siempre tuve la suerte de haber elegido lo que quería hacer.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

Edición Impresa