La equivocada y exitosa estrategia radical

Antonio Tardelli
Las gestas sociales tienden a buscar un correlato político. Lo pueden hallar o no. Un gobierno asediado por demandas colectivas puede no sufrir desastres electorales equivalentes. La historia recoge ejemplos de significativas movilizaciones que no llegaron a trasladarse al plano electoral. No fue el caso de la protesta agraria, que oportunamente tuvo en Entre Ríos uno de sus distritos más beligerantes. Antes de los comicios un legislador del oficialismo cruzó dos variables: la composición de la población y su comportamiento político. Concluyó que no podía esperar resultados favorables en un mapa conformado por cientos o miles de pequeños productores o arrendatarios. Lucha social –sí, social– y política electoral confluyeron en Entre Ríos. Perfectamente pudo no ser así, pero sucedió.
Aquel malhumor, nacido en el medio rural para extenderse hacia los centros urbanos, es clave para entender el desenlace de la elección. Es imposible concebir la victoria del Acuerdo Cívico y Social como producto inexorable de una serie de estratégicos pasos que lo condujeron al éxito. Poco menos que impensados, los resultados eran difíciles de prever y no sólo para los encuestadores que generalmente se equivocan para el lado del poder (Horacio Robustelli pronosticó 10 puntos de diferencia a favor del Frente Justicialista Entrerriano: 38 por ciento contra 28 por ciento. La tendencia es inmodificable, enfatizó a 10 días de las urnas. Vaticinó que el Partido Socialista, que finalmente entró en el quinto lugar, sería la tercera fuerza. En síntesis: no dejó error sin cometer). Elección extraña, la del domingo dejó en Entre Ríos un saldo que no se explica de modo sencillo.
Es evidente que el rechazo al kirchnerismo se expresó a lo largo y lo ancho del territorio argentino y que ese componente nacional ha sido determinante. Los guarismos finales certifican que los fenómenos políticos disponen de una potencia que puede ser descripta pero no siempre anticipada. La ola general llega a ser tan poderosa que un espacio político, en este caso el radicalismo, motor de la alianza triunfante, puede alzarse con la victoria a pesar de incurrir en (presumibles) errores groseros.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)