La UCR declara su independencia de Montiel

Hoy vas a entrar en mi pasado

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863

Antonio Tardelli

Aunque protagonistas y testigos hayan relativizado luego su significación, adquiere una alta carga simbólica el hecho que el fin de semana protagonizó Atilio Benedetti, diputado nacional electo por el Acuerdo Cívico y Social, cuando en María Grande se retiró de un acto partidario en el mismo instante en que hablaba el ex gobernador radical Sergio Montiel. Hasta aquí, los desplantes al ex mandatario cumplían una función básicamente estratégica: quien se rebelaba tan abiertamente lo hacía para proponerse como alternativa. Ahora es distinto. El gesto de Benedetti y las declaraciones posteriores marcan la despreocupación de la gran mayoría de la dirigencia radical por los movimientos del caudillo. Es más desdén que rechazo.

De hecho, los pasos del veterano dirigente generan más que nada indiferencia. Es cierto que en los últimos procesos internos Montiel ya se había mantenido en un discreto segundo plano, pero aún así sus movimientos en las sombras despertaban algún interés. La novedad es que su falta de influencia real es ya absolutamente asumida por los todos los actores, lo que clausura un ciclo histórico en la UCR de Entre Ríos.

La última aparición pública de Montiel tuvo el tono terminante que lo distingue. Aludió a las políticas oficiales (“no se entiende para qué quieren hacer el puente Paraná-Santa Fe”), al ex Presidente Néstor Kirchner (“creo que es un delincuente”) y a Benedetti y su performance electoral de junio (“cualquiera hubiera ganado porque la ola venía para este lado”). Sin embargo, aún cuando la referencia al proyectado enlace vial disparó una réplica gubernamental, fue la mención del dirigente de Larroque lo que estaba llamado a generar ruido. Aunque luego le quitara trascendencia, Benedetti la tomó como “una desconsideración”. Opinó que el episodio de María Grande era “una anécdota” y que él ya había decidido abandonar el acto, convocado para celebrar la victoria electoral, cuando Montiel fue invitado a hacer uso de la palabra.

Benedetti habla de “una nueva época”, de una “renovación de ideas” y de la finalización de un ciclo político. No avanzó más pero fue suficiente: el gesto del fin de semana lo había hecho todo. No se alzaron voces para objetar su decisión o para reivindicar a Montiel. Nada de eso. Frente a la significativa actitud de Benedetti, la figura del veterano caudillo no despertó las solidaridades ni las adhesiones que solía recoger incluso poco después de su alejamiento del poder. Su liderazgo ha ido languideciendo paulatinamente, sin ruido. Se fue apagando en una suerte de desenlace natural alejado de las brusquedades del protagonista.

Otras declaraciones, como las del diputado Gustavo Cusinato, subrayaron la idea de que Montiel representa “el pasado”. Pero el asunto va más allá de las personalidades. La clausura de la era montielista supone un problema al que la UCR todavía no le ha encontrado una respuesta: el vacío de liderazgo. Los dos últimos candidatos a gobernador que el radicalismo propuso a la ciudadanía de Entre Ríos, Sergio Varisco y el propio Cusinato, reunían pergaminos para aspirar a la postulación pero sus perfiles no concentraban las características del conductor tradicional. Ese rol, muchas veces cuestionado, sobre todo a partir de las arbitrariedades que supone, sigue apareciendo como eficaz a la luz, fundamentalmente, de la inconsistencia de estructuras partidarias sólidas que definan sus rumbos a través de mecanismos genuinamente democráticos. El radicalismo carece hoy de esa clase de liderazgo. Al menos por el momento, Benedetti y el otro potencial postulante a la Gobernación, Arturo Vera, sólo pueden aspirar a ser primeros entre pares.

Es curioso pero no hay dirigente radical que, tras el éxito de junio, no esté pensando en lo que el destino le tiene deparado a dos años vista. Las expectativas se fueron precipitando, fundamentalmente debido al adelantamiento de los comicios, pero los eventuales lanzamientos suponen un nivel de exposición que acarrea más riesgos que ventajas. Benedetti no se pone el traje de candidato, afirma que su postulación es apenas “una posibilidad concreta” y aclara que su prioridad se halla el terreno de la agenda legislativa que debe afrontar a partir de diciembre. En su calendario, definiciones de esa naturaleza están programadas para mediados del año que viene.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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