La violencia de género se sigue cobrando víctimas en la provincia

Imposible ser indiferentes

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Oscar Londero
(Especial para ANALISIS)

La imagen lo mostraba sonriente, sin duda feliz. Sin embargo no guardaba relación con la leyenda que la acompañaba, que además de divulgar su nombre lo acusaba de ser el asesino de Silvana Grandolio.

El afiche no se destacaba por su diseño gráfico. La fotografía de Nahuel Furlán estaba rodeada por un marco negro en el que había unas pocas palabras en letras blancas, suficientes para cumplir un objetivo: llamar la atención sobre el más reciente feminicidio ocurrido en la ciudad.

Fue pegado a las apuradas, sin mayores pretensiones estéticas, en algunos postes de iluminación ubicados en una de las semipeatonales de Paraná. Sostenido por unos pedazos de cinta adhesiva transparente cortados a las apuradas, con los dientes.

Su aparición coincidió con una marcha a Tribunales para pedir avances en la causa y algo más. Que Furlán siga internado y con custodia policial en el Hospital Neuropsiquiátrico Antonio Roballos.

El pedido de los familiares de Grandolio se justificaba, según dijeron, en el temor a que ocurrieran otras desgracias. Que Furlán se fugara y buscara descargar su saña sobre los chicos que rodeaban a su antigua novia.

Así lo expresaron ante las cámaras de televisión en el mismo programa –Códigos, por Canal 11- en el que el conductor mostró fotos de Grandolio tiradas en la calle y con una cuchilla clavada en su cuello. El mismo día en que la joven había sido sepultada.

Sus familiares recién se quedaron más tranquilos cuando obtuvieron garantías sobre las condiciones de detención de Furlán. Antes, en vivo y en directo, en el mismo ciclo televisivo, uno de ellos dejó trascender su predisposición a ejercer justicia por mano propia en caso de que el victimario se escapara y decidiera concretar la amenaza que dijeron haberle escuchado proferir.

A la vuelta de la esquina

El crimen ocurrido en Los Sauces al 300 no sólo sumó un caso más a una lista penosa e inevitable. También sirvió para poner en discusión lo que sucede cada vez que una mujer muere producto de la violencia de género.

Grandolio no denunció agresiones ante la Policía, no acudió a la Oficina de Violencia Social que depende de la Secretaría de Salud de la provincia ni planteó su caso ante la Justicia. Por eso, según corroboró ANALISIS, tampoco intervino el Equipo Interdisciplinario de Violencia Familiar creado por el Superior Tribunal de Justicia (STJ): en Tribunales no había registros sobre Grandolio pidiendo ayuda.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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